Elisabeth Porrero

Elisabeth Porrero


Un gesto y alma

01/12/2021

De entre los libros de poesía que tenía, escritos por él,  en el stand de aquella Feria del Libro le pedí a Luis García Montero que me recomendase uno. Me dijo que, según lo que le conté que me gustaba, me llevase Completamente viernes. Así lo hice, contentísima de que pudiera adquirirlo con su firma y sus palabras escritas a mano.
Este bellísimo poemario está dedicado a Almudena Grandes, su compañera, y fue escrito entre los años 1994 y 1997. En él dice, por ejemplo: «Pero si tú me miras/ decidida a existir/ desde el fondo templado de tus ojos/ también existe el mundo. / Y muy probablemente/ yo acabaré por existir contigo».
Hoy, Luis García Montero ha querido que un ejemplar de esta obra estuviese en la tumba de su amada, en un maravilloso gesto de exquisita sensibilidad ante el cual confieso que no he podido contener las lágrimas. 
Las personas que escribimos sabemos que cuando dedicamos palabras en forma de poema, relato o novela a alguien le estamos dando un trocito muy especial e íntimo de nuestro ser, probablemente como respuesta a lo que recibimos por su parte. Estamos diciéndoles lo importante que los consideramos, lo mucho que nos han supuesto o todo lo que nos ha aportado conocer su historia. 
En ese Completamente viernes, el poeta ya estaba contándole a su musa cuánto la amaba en vida. Ahora, al morir ella, ha querido que esa parte que le dio en el poemario se eternice y ha querido que, físicamente también, la acompañe en su camino por la eternidad. Ha sido un detalle muy emocionante, bellísimo y con muchísimo significado. 
Infinidad de palabras de amor y confesiones, además de las ya escritas, han debido viajar, aunque no las haya dicho, a través de su brazo hasta el interior de esa tumba donde el libro ha quedado depositado. 
El cadáver de Almudena permanece rodeado por los versos que le escribió hace más de dos décadas su marido y quién sabe, si en el más allá, ella pueda seguir disfrutándolos. 
En la dedicatoria que el poeta me hacía en ese poemario decía que lo había escrito «con fe en la poesía y en el amor». Y hoy ha querido dejar claro que esa misma fe la conserva, en ambas cosas, incluso después de la muerte. 
Almudena Grandes pensaba que «no hay amor sin admiración». Debía ser fácil que dos personas como ellos, con tantos hermosos compromisos y tantas cosas bellas en común se admirasen y se amasen. 
A ella hay que agradecerle todo lo mucho y bueno que ha hecho por nuestra literatura y nuestra sociedad. 
Él nos ha dejado claro que en un momento tan terrible también se puede escribir un maravilloso poema con un gesto que denota un amor inmenso.