Antonia Cortés

Desde mi ventana

Antonia Cortés


Un minuto de silencio

22/02/2024

Duele el silencio, ese que no se busca, que no se cobija con la tranquilidad, que no se quiera en las tardes soleadas y alegres.
Duele el silencio cuando se le evoca para rendir homenaje o recordar a alguien, porque suele ir acompañado de la ausencia, de esas noticias que a uno le gustaría no recibir nunca. Duele también cuando se sustituye por esas palabras más que necesarias, cuando se desea hablar para espantar fantasmas que atemorizan e inquietudes que no dejan dormir, porque esa falta de comunicación genera un intenso e inmenso vacío.
Un minuto de silencio simboliza el respeto, el cariño, el rechazo a lo que provocó esa manifestación. Un minuto de silencio es una manera de hacer público un sentimiento común, de acercarse a la tristeza de quienes sufren las consecuencias de los hechos que dieron lugar a esa actuación. Y también duele. Demasiado. Por injusto, por incomprensible, por todo.
No sumarse a ese silencio, a esos sesenta segundos, dice mucho de quienes toman esa decisión. De la maldad que puede encerrarse en esos corazones, del odio y el resentimiento que se puede acumular. Dañar más si cabe lo ya dañado. Claro que hay gente sin corazón, aunque en el pecho guarden un órgano que late. Sangre fría como la mirada de los verdugos.
Las muertes violentas y trágicas no se olvidan; los asesinatos con vítores, que rompen el alma, menos. Aquel pasado y tan cercano 9 de febrero, fecha en que los narcos embistieron la lancha en la que seis guardias civiles cumplían su trabajo en Barbate, matando a dos de ellos, sigue estando muy presente. Y dará que hablar. La realidad es la que es. Y estas muertes han levantado muchas voces que están sacando a la luz las condiciones en la que los guardias civiles de la zona han de luchar contra el narcotráfico. No siempre hay dinero para lo que es necesario. No siempre el reparto es el que debería ser. Y ese silencio también duele, el que calla, el que oculta, el que obliga a no decir lo que se debe decir.
Un minuto, sólo uno. ¿Cómo se puede decidir no sumarse a un minuto de silencio? El Congreso de los Diputados fue el escenario de un pequeño homenaje para compartir "el dolor de sus familiares, compañeros y amigos", según palabras de su presidenta Francina Armengol. Pero pasó lo que ya no nos pilla de sorpresa. Porque nada se puede esperar de quienes nada dan. Los diputados independentistas de Bildu, ERC y Junts, y los de Podemos, no participaron en este pequeño acto. Ni uno solo ocupaba su escaño en ese justo momento. Ni respeto ni dolor. 
Ocho narcos fueron detenidos por este brutal suceso que deberá ser investigado a fondo para depurar responsabilidades. Todas. Y mientras eso sucede, y para siempre, tres hijos llorarán la ausencia de sus padres en silencio, ese que tanto duele y que deja una profunda cicatriz de por vida.