Antonia Cortés

Desde mi ventana

Antonia Cortés


Persona muy grata

22/06/2023

El recuerdo es el no olvido, el buscar un hueco entre los que están para que se cuelen los que ya se fueron, el sentir el calor de aquellos a los que se quiere, aunque no se les pueda abrazar. El recuerdo es hablar de cómo eran, de lo que pensaban y decían para seguir escuchándolos, intercambiar anécdotas y vivencias para compartir y despertar la sonrisa que suele ocultar la llegada de una marcha. Y eso fue lo que hicieron un grupo de amigos escritores de Jorge Edwards que a sus 91 años nos decía adiós en marzo: recordar. Y lo hicieron de la mano del también chileno Carlos Franz en la acogedora Casa América, donde su director, Enrique Ojeda, contó que era el autor latinoamericano que más veces había estado en esta sede; donde el joven embajador de Chile, Javier Velasco, «ese niño que lo leyó cuando creció», defendió que era un tremendo demócrata y un defensor de los derechos humanos, quizá, por eso, hizo saber las muchas llamadas que recibió para dar el pésame «no a mí, sino a Chile»; o donde la directora de Cultura del Instituto Cervantes, Raquel Caleya, dijo que hizo un gran servicio como embajador, y que fue constante en su lectura y escritura, alegre y «pegado a la vida».
Generoso, inteligente, elegante, directo, amigo de sus amigos y, ante todo, persona muy grata. Estos fueron algunos de los muchos calificativos dirigidos al Premio Cervantes de 1999, durante un más que merecido homenaje que Carlos Franz comenzó a organizar antes de que el diplomático emprendiera ese viaje que todos haremos. No pudo estar, pero estuvo, como esos olores que no se olvidan, como esos momentos pasados que vuelven; con ese vídeo del ayer que trajo su imagen y su voz al hoy para disfrutar de sus palabras que cuentan por qué fue considerado persona non grata por el régimen castrista y el germen de una de sus grandes novelas así titulada.
Quienes bien lo conocieron mostraron su personalidad y también su escritura, toda esa obra que nos ha dejado: desde su faceta poética, menos conocida, a sus grandes novelas. Edwards era ingenioso, inteligente y divertido. Y muy libre. Esa fue mi impresión cuando en El Escorial tuve la suerte de compartir algunos momentos. Uno de ellos, junto a Luis Alberto de Cuenca, (que no faltó a este encuentro como tampoco Juancho Armas Marcelo), y el propio Carlos Franz, seguramente el más cercano de todos. De él recordó que fue persona non grata en ambos bandos, que su carrera como escritor «es rara», pues su eclosión creativa vino después de cumplir los 70, sin desmerecer su obra anterior, y que tenía una relación difícil con la sociedad. El inútil de la familia, La casa de Dostoievsky o El descubrimiento de la pintura son algunas de esas obras tardías que Franz elogió con cierta pasión. Más intervenciones, más anécdotas, más títulos y mucha admiración ante, según palabras de Franz, «un rebelde, un hombre inconformista como debe ser».