Antonia Cortés

Desde mi ventana

Antonia Cortés


El recuerdo de los seres queridos

02/11/2023

Una de las escenas de la película Volver del cineasta manchego Pedro Almodóvar transcurre en el cementerio de Granátula de Calatrava.  Vemos a una joven Penélope Cruz, Raimunda, con su hija y su hermana Sole, limpiando la tumba de sus padres fallecidos en un incendio, normales en la zona por el fuerte viento. La imagen nos muestra cómo muchas otras mujeres hacen lo mismo, mujeres del pueblo que no tuvieron ningún problema en actuar haciendo lo que año tras año hacen. Cubo con agua y jabón para que el lugar donde descansan sus seres queridos brille en un día tan especial. Luego colocarán flores, principalmente claveles. Esta película, estrenada en 2006, muestra una tradición muy arraigada en esta zona.
En estos días, esa misma imagen se repite en los cementerios españoles. Las floristerías hacen su agosto. Familiares y amigos visitan a sus difuntos, quizá la única del año. Un hermoso recuerdo que nos llena de tristeza y dolor al pensar que ya no están. Esos son nuestros sentimientos. No nos educaron para entender la muerte de otra forma. Sabemos que se nace para morir, pero la pérdida de quienes queremos nos deja un vacío enorme. La ausencia nos provoca demasiado desgarro.
En 2017 se estrenó la película de dibujos animados Coco, de Disney Pixar, que nos muestra de forma maravillosa el encuentro con la muerte. Miguel, el niño mexicano protagonista, nos acerca al mundo de los muertos y sus aventuras. Otras costumbres, otra forma de celebrar a los que ya no están. México se viste de largo y durante varios días en las calles, las casas, centros públicos, se ponen altares con las fotografías de los que se fueron, que son los homenajeados y recordados. Altares en los que destacan el colorido gracias al papel de seda picado que muestra distintas figuras. Al observar estos altares se produce una explosión de sentidos. La Casa de México en Madrid nos muestra esta tradición, mezcla de las costumbres cristianas y las indígenas. De hecho, en estos altares se pone copal e incienso para espantar a los malos espíritus. El copal era utilizado por los indígenas mientras que el incienso llegó con los españoles.
Los mexicanos creen que la madrugada del 1 al 2 de noviembre sus muertos regresan, primero los niños, luego los mayores, y cuando lo hagan encontrarán en esos altares sus platillos favoritos, no faltará la fruta, ni los dulces como las calaveras de azúcar, chocolate o el pan de muertos, tampoco la bebida. En ese regreso, es de agradecer un buen tequila. Hasta juguetes para esos pequeños. Además de agua, velas y flores, principalmente de cempasúchil. Porque cada elemento tiene su simbología.
Los cuencos con agua no sólo pretenden saciar la sed tras el viaje, sino que simboliza la pureza. Las velas encendidas son la luz, algo necesario para que las ánimas no se pierden en el camino, un camino en el que destacará el naranja de las flores de cempasúchil.
Las catrinas se ponen sus mejores galas. Y no falta la música. Alegría. Ellos están, regresan y así lo sienten y celebran. A nosotros nos invaden las lágrimas.