Antonia Cortés

Desde mi ventana

Antonia Cortés


Una torre de libros

17/12/2020

Está sentado en el suelo con la espalda apoyada en la pared. Justo a su  lado se levanta una torre de libros. Ya no caben en la estantería.  Pasar por delante de una librería y no pararse es imposible, entrar y no comprar es tan extraño como que a un niño le des una chuche y no se la coma. Le gusta leer así. Ver su imagen reflejada en el espejo ubicado enfrente, ver también la portada de lo que está leyendo. Un pequeño movimiento de ojos para tenerlo todo  a la vez. El interior, el exterior. Esa imagen le da sosiego. Simboliza la tranquilidad. La ruptura con el mundo real, competitivo y siempre con prisas que vive fuera.
Mira su torre de libros. Y se entretiene con los títulos. ¡Hallelujah¡, Mañana lo dejo, Cuatro estudios en torno a Larra, Vidas samuráis,  El culo del rey, Dos hermanas... Es curioso cómo ya no recuerda la historia de alguno; cómo volvería  a leer otros si no fuera por esa lista de espera que aumenta y aumenta, no por la dejadez , sino por esas compras incontroladas que no quiere controlar, por esos regalos de quienes bien le conocen.
Una torre hermosa que da pie a la imaginación, que vista desde abajo parece aún mayor. Los que están los primeros, ya han sido leídos. Los de  arriba, esperan su turno.  Hay varios libros editados por Los libros del Mississippi, una joven editorial nacida en 2018 que camina de la mano de Antonio Benicio Huerga. Un editor, con ganas, que ha sabido dar a sus autores ese calor tan necesario cuando el aire que respiramos es tan gélido; que no se ha dejado vencer por esos meses sin presentaciones, de sueños mermados.
Coge de su montaña el libro del poeta Manuel de la Fuente Vidal, y piensa en la de artículos que durante décadas este periodista ha escrito sobre cultura, sobre la obra de otros autores. ¡Hallelujah! es el título. «Se acabó el tiempo de la rendición y de la paz», lee en la contra. Dentro, sus páginas, se refugian, la mitad, en el Amor; la otra mitad, en el Odio. 28 y 28 textos poéticos impregnados de alusiones y personajes bíblicos, de Dios y el ángel exterminador, de María, Verónica…. Profetas, filósofos, escritores, cantantes… inspiran a este autor que lucha y camina por esta dualidad de la existencia, por la vida y sus venganzas, injusticias, rabias, cóleras, destrucción… pero también por la que quiere besar eternamente, sonreír al despertar y ser feliz, aunque sea en un «buque fantasma que no lleva a ninguna parte» y la tristeza siga en los ojos de las golondrinas. Denuncias y crueldades en este mundo loco, que culminan con plegarias que, quizá para el autor, abren la puerta de la esperanza.
Antes de dejar esta original e interesante obra en la parte alta de su preciada torre, vuelve a mirarse al espejo: y ahí está, él, solo, y su salvación: los libros.