Rafa Zaldívar

Rafa Zaldívar


El peón de confianza

06/10/2023

Viendo el otro día el debate de investidura, recordé las palabras de Sánchez Mejías cuando dijo que 'el mundo es una gran plaza de toros, donde el que no torea, embiste'. O aquella otra anécdota de Luis Mazzantini –otros también se la atribuyen a Belmonte– cuando uno de sus antiguos banderilleros le preguntó que cómo se llegaba a gobernador civil (lo fue por dos veces, de Guadalajara y de Ávila en 1919 y 1920) después de haber sido torero y famoso…la respuesta del matador vasco dejó a todos los presentes estupefactos: «Pues degenerando hijo, degenerando». 

A veces, algunos políticos son como esos peones de confianza que están a las órdenes del matador para todo lo que se le ponga a tiro; son los encargados de poner el toro en suerte, de recibirlo o de correrlo a una mano, según se tercie. Al peón de confianza siempre se le pide efectividad, nunca lucimiento. He conocido algún caso que por no cumplir con ese precepto ha salido por la puerta falsa de la cuadrilla de su matador. Y no están los tiempos para eso. La regla de oro del subalterno es que, para lucirse, ya está el espada. ¡Ay del que busque las palmas en la lidia sin el consentimiento del maestro!

Interiormente se llevan el reconocimiento, pues por familiaridad o por veteranía es una pieza fundamental en la cuadrilla. Ya digo que el peón de confianza no debe olvidar su cometido: socorrer y no lucirse. A algunos, la gloria y la fama como a Juncal, sólo les lleva a una memoria muy lejana. El hombre de confianza de Joselito 'El Gallo' era Blanquet, todo un personaje que dicen olía a cera cuando rondaba la parca; Joaquín Miranda hacía las veces con Juan Belmonte; Alfredo David de 'Manolete', 'Magritas', Chaves Flores, Antonio Labrador 'Pinturas'… fueron magníficos peones de confianza que supieron ser y estar en maestro. Otros, los menos, rumiaron un poso de amargura por lo que pudieron ser y no fueron. Decepcionados, destilaban amargor en sus confidencias de tiempos pretéritos. Oían muchas tardes en silencio, esos fandangos de Juanito Valderrama dedicados al peón de confianza: «Era tan sólo un peón de confianza, sólo comparsa detrás de un triunfador; la cornada que al ídolo buscaba, fue el subalterno el que la recibió. Lo que yo quisiera es tu traje de oro y ser el amo en el cartel».

La vida misma: dentro y fuera del redondel.