José Luis Loarce

Con Permiso

José Luis Loarce


Olor a tinta

01/09/2020

Estimado lector: Han sido, los míos, siete martes mudos, atónitos. Siete semanas sin poderles pedir permiso para trazar esta columna superviviente con olor a tinta, de nuevo. El innombrable al que nombré maligno se ha llevado por sus aires de antracita vidas y empleos, y ha acabado arrancando de los quioscos las páginas de papel de nuestro periódico, imprescindible patrimonio periodístico ya de esta provincia.

Vientos pandémicos y traicioneros que han dibujado en el aire la mueca híspida de un periodismo acosado por la crisis, por la precariedad rampante, por una especie de insuficiencia invencible —¿inevitable?—  que parece volcarse toda en la solución digital. Pero, como suelen decir los cronistas deportivos, hay partido todavía.

Hay papel, este (aunque me lean también en la pantalla). Maravilloso papel, modesto y elegante papel perfumado de tinta. Intoxicado de tinta, querido lector. Envenenado me habré, tras muchos años propiciando los mejores y necesarios artefactos bien adensados de tinta impresa y encuadernada. Pocas experiencias sensuales tan placenteras como abrir un libro nuevo y respirar hondo su interior, es como si el tejido de su texto empezara ya a cicatrizarnos por dentro sin empezarlo todavía; porque las letras las tenemos en el cerebro (por eso, las erratas) y leemos, además de con el alma, con el olfato y con el tacto, con los sentidos todos.

La del periódico es la primera lectura del día. La mirada aún está fresca y desnuda. Los ojos nacen vírgenes al día, para luego mancharse acaso de insidias y mentiras, de las miserias que nos miden como humanos, pero también de letras lúcidas, inteligentes, denunciantes, que ayudan a entender la realidad, a interpretar con más distancia la actualidad, y si dejan, como escribe Trapiello, una “semilla poética”, mejor. Pocos placeres y costumbres tan insuperables como manchar las páginas del periódico con el primer café de la mañana. La primera página del periódico es cada día una foto-fija que dura la eternidad de 24 horas: auténtico milagro en esta sociedad de lo instantáneo; es la visión sosegada, crítica y estética del mundo. Esa primera plana es insustituible por el mejor digital que exista. El mejor terreno para el lucir el diseño gráfico. Tamaños de titulares y fotos. Ubicación de textos. Sumarios y llamadas. Tipografías y despieces. Tratamientos y proporciones. Páginas impares o pares… Están ideados para que suden la tinta del papel impreso y luego para las hemerotecas eternas, no para ser —odiosa palabreja— “virales”. Lo demás son fragmentos de pantallas retroluminosas y efímeras.

Páginas, columnas, respetado lector, generosas. Gratuitas, nunca.