Miguel Ángel Jiménez

Comentario Dominical

Miguel Ángel Jiménez


In medio virtus

10/09/2021

Ya en el siglo IV a. C., Aristóteles ofreció a la posteridad esta máxima. Está escrita, no literalmente, en su obra Ética a Nicómaco, uno de los primeros tratados de ética y de moral de la historia. Es la búsqueda del bien desde la virtud, porque si Sócrates y Platón sostienen que a la felicidad se llega por el conocimiento, Aristóteles considera que, ejerciendo la virtud, se llega al bien, que es lo esencial de la ética. Así se alcanza la felicidad. 
Con Dios, la felicidad está en la desmesura, en la entrega, no en la ausencia de razón, sí en lo que va más allá de lo razonable, de lo previsible, de lo esperable. Dios es desmedido, extremo, excesivo, incalculable, inmensurable. Se llega a la felicidad en Dios que ama sin media, que perdona sin cálculo. Amor y perdón son el único rostro de la misericordia. En la sensatez, puede haber buen gobierno, pero solo quien ama hasta el extremo, como Cristo en la cruz, da vida a otros. Ese es el camino, el único, de la verdadera felicidad porque quien se reserva la vida, la pierde.
Por eso, más en nuestros tiempos, redescubrimos al Dios que se nos da sin medida. Cuanto todo es cálculo, cuando se busca la justicia, lo exacto, lo merecido, Dios se muestra como el que ama siempre, por encima de todo; que perdona, que reconstruye y rehabilita. El amor, fuente y causa, y el perdón, consecuencia, son inagotables, injustos por elevación y por exceso. 

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