José Luis Loarce

Con Permiso

José Luis Loarce


Silos, esos rascacielos

24/06/2025

Cuando los frondosos melias del jardín de enfrente se desnuden, la línea del cielo de mi ventana la protagonizará un prisma cuadrangular que recoge siempre las últimas luces del día y que quiere recordarme a las torres miradores de Cádiz. Es uno de los tres olvidados silos, magníficos gigantes de mi ciudad, allá al fondo del barrio de los Ángeles, vecinos ya inseparables de los cinco modestos bloques blancos del grupo San Vicente de Paul.
Los han llamado faros y catedrales del campo. Florecieron en el franquismo, cuando la autarquía y el hambre hacía necesario el acopio del cereal y su control de precios, hasta que con la entrada en el Mercado Común, 1985, perdieron su primer uso. Hoy, tienen, o se pretende, que tengan otros usos: desde auditorio con 800 butacas en Pozoblanco hasta museo de agricultura en Arévalo, también ludoteca, bomberos, oficinas municipales, hotel-spa, restaurante, mirador... Además de soporte de arte urbano, como se inició en Australia en 2015, sobre silos metálicos, con un recorrido turístico de 7.500 kilómetros, o continuó en la provincia, en 2019, con el proyecto 'Titanes' en nueve silos, enormes pinturas murales que también han practicado en Palencia (ejemplo: en Frechilla, dos vecinos gigantes con el traje regional y en Porzuna, dos esqueletos que se besan, idea del austriaco Nychos, o el amor traspasa las fronteras de la vida). 
Asegura Alberto Moreno en su libro Silos, Graneros y Secaderos Agrícolas (Mundi-Prensa) que incluso los arquitectos del Movimiento Moderno internacional se interesaron por la funcionalidad geométrica de sus tipologías y el estilo racionalista, y fecha el primero en 1924, junto a la ría de Bilbao. Los de hormigón son cilíndricos o prismas rectos de varias alturas, como cajas verticales. Perfecto edificio-máquina. De «fascinante episodio arquitectónico» lo califica Azcárate Gómez. Su potencia visual forma parte tradicional de los paisajes de las mesetas, de Extremadura y Andalucía (el de Córdoba, BIC desde 2015, parece un edificio habitable). En buena medida sucedieron a los hórreos gallegos y a los pósitos y alhóndigas del XVI, llegándose a documentar en España hasta 667. Del Gobierno central pasaron en su inmensa mayoría, con las transferencias de Agricultura, a las comunidades autónomas y luego a los ayuntamientos, como los de Ciudad Real, en febrero de este año: una reivindicación histórica en palabras del alcalde, que también afirmó que su rehabilitación «costará muchos años», si bien en sus casi 8.000 metros cuadrados, se creará un «gran espacio verde».
En 2021 los alumnos de Ingeniería de Caminos de la UCLM inventariaron y analizaron 99 silos de la Región. Y este mismo año, el Colegio de Arquitectos de Ciudad Real exponía una colección de fotografías de este importante patrimonio agroindustrial.