La campaña electoral para las elecciones generales de julio sigue su marcha. Tanto la parte previa como la de efectividad plena siguen al ritmo proyectado por los partidos que se presentan a la lucha, situación esta, la lucha, que empezará a inconarse en un plazo no superior al fin de semana venidero…, y ya parece mucho, mucho. Y como buena campaña electoral a la española, con miles de sueldos y cuotas de poder mayores o menores, pero siempre satisfactorias, ya se nota que los ambientes, los mensajes, las posturas…, empiezan a remover la tierra y los diferentes argumentarios, todo ello encaminados a lo dicho, el poder y los sueldos. Y dado que las elecciones con origen, modos y resultados son como son -democráticas, pero con raspeones capaces de desollar a cualquiera que juegue y compita en ellas- estimo, precisamente con el ánimo de llegar a la mayor perfección posible, que urge, como en tantas otras cosas de esta nuestra vida hispánica, modificar sin demora, ya que dada la más que mediana calidad legisladora que suele asentar sus reales en nuestras Cortes, no deben demorarse. Porque aquí, ya lo ven y lo saben ustedes, no sólo hay que reformar el tinglado del Consejo General del Poder Judicial, sino artículos clave de una docena de altos organismos, sin los cuales el funcionamiento de nuestra democracia no sólo dejaría mucho que desear, sino que incluso podría volverse peligrosa para el fin último: la salvaguarda de la Constitución.
Norma suprema esta de convivencia que fue puesta en cuestión por un grupo de políticos catalanes de escaso nivel si, por ejemplo, se les compara en el tiempo con, por ejemplo, Cambó, cuyo jefe era, es, un tal Puigdemont, a quien la Justicia europea dejó ayer libre de trabas para que pueda ser, de una puñetera vez, detenido y pasado por el banquillo de los acusados, que es donde le corresponde estar para dar cuenta de sus actos ante el pueblo español. 
Por lo que respecta a la carrera hacia las urnas, hay que decir que el PSOE, con Sánchez al frente, parece estar recuperando terreno, gracias a una inmoral invasión de los medios de comunicación y una lluvia de llamativos datos económicos y laborales que, creo, nadie, o casi nadie, esperaba. El PP, dicen, sigue arriba de la escalera, pero ha empezado a descender peldaños, lo que podría complicarle las cosas. Sus inestables posturas pueden llevarle a la soledad y VOX, que ha pillado cacho, está apretando demasiado a su único posible compañero de viaje. Veo empanamiento mental, lo que puede hacerle perder pureza conceptual y hasta ejecutora. ¿Y Yolanda? Pues Yolanda sigue, a lo callandona, jugando sus cartas. A poco que confronten dos o tres cosas, nos vamos a enterar de cómo baila de bien esta amiga de colegas políticos, de empresarios y, especialmente, de las cúpulas políticas y los árboles caídos. O a medio caer.