Un viaje familiar de Ciudad Real a Israel para ver a uno de sus hijos se ha convertido en una experiencia próxima a un conflicto histórico, que se ha recrudecido en este fin de semana. "¿Han leído o visto ustedes las noticias? Estamos en guerra", le dijeron a la hija del matrimonio de Juan Antonio González-Mateos y Mariel Vilaplana, en la frontera de Israel cuando regresaban de Jordania. Dos días después ellos pudieron coger uno de los pocos vuelos que salían de Israel, tras pasar unas horas de temor, por las noticias que les llegaban, mientras que su hijo es una de las personas que en la pasada madrugada llegaron a Torrejón de Ardoz, en un avión militar. 

Este era el segundo viaje familiar de estos ciudadrealeños al país, tras visitarlo el año pasado, por que su hijo lleva 20 meses trabajando en Jerusalén. "Los cuatro estuvimos allí, de recorrido", haciendo mucho turismo y visitando ciudades claves, como Belén. "Vimos el muro que es impresionante" o pasaron junto a un festival techno que había en la zona. Estuvieron en un país con vida estival, aún, y en un momento festivo, al celebrarse el Sucot, que es una fiesta del otoño. Pasados los días fueron a Jordania, para ver ciudades como Petra, y el sábado, tras los ataques de Hamás, regresaban de esa zona a Israel. 

"A las nueve de la mañana tuvimos que atravesar la frontera de Jordania, y al atravesarla, cerca de Egipto" fue cuando les dijeron que Israel estaba en guerra. "Se acerca mi hija a la mujer con los cuatro pasaportes y le preguntaron, ¿dónde van ustedes?". La hija le comentó que iban a Jerusalén, donde vive su hermano, a unas cuatro horas en coche de aquella zona. "Entonces nos dijo: estamos en guerra". 

Humo junto a la carretera cuando viajaban por Israel

En ese momento la hija se mostró extrañada y pidió a su hermano que hablara con la mujer, porque le estaba diciendo unas cosas que no le cuadraban. "Nos dijo que estábamos en guerra, que era peligroso andar por el país, que se habían introducido cuarenta o cincuenta terroristas de Hamás en el territorio israelí", cuando ellos aún tenían un viaje por una carretera que atraviesa el desierto de Judea, siguiendo el Mar Muerto. 

El viaje lo hicieron con el móvil viendo imágenes en carreteras de gente que había sido acribillada a balazos, coches y muertos en la carretera. "Ahí sí nos asustamos", pero decidieron seguir el viaje, porque el domingo salía su vuelo de retorno a España desde Tel Aviv. "Nos costó llegar a casa de nuestro hijo porque casi todas las calles están cortadas, y ya una vez en casa nos sentimos bastante seguros" porque la ciudad se encuentra protegida y respetada, al ser sagrada para muchas religiones. A pesar de esta situación, la estampa que vieron en la ciudad era "como cuando el COVID". "No había gente por las calles, había muy poquitos coches" y vieron algunas columnas de humo en el cielo desde la ventana o escucharon las sirenas sonando. 

El siguiente paso fue viajar a Tel Aviv a coger su vuelo que "salió con casi dos horas de retraso", aunque hubo muchos otros que no llegaron a salir del aeropuerto. El suyo era de la compañía de Israel, una de las que más vuelos mantuvieron antes de que se prohibieran. 

El rastro de los antimisiles en el cielo

Su hijo, mientras, se quedó allí y el lunes la empresa española para la que trabaja optó por sacar a sus trabajadores del país. El proyecto en el que trabajan no iba a continuar, por el momento, ya que muchos de los trabajadores israelíes habían sido llamados a filas y no iban a seguir con la construcción. La empresa le compró hasta tres billetes, con la idea de que dejara el país, pero la gestión del consulado de España en Israel y del Ministerio de Exteriores en España hizo que al final le llegara al móvil el mensaje de que podía subirse al avión militar que se iba a fletar para sacar de Israel a los ciudadanos españoles que lo quisieran, la mayoría turistas. 

"Le han tratado muy bien", indicó sobre los militares, mostrándose agradecida la familia por haberlo sacado de allí. "Se ha venido con una maletita de mano pequeñita y una mochila" por si tenía que salir corriendo. 

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"Mi hijo ya está aquí, nosotros también, y ha acabado la historia bien", indica Mariel. "No creíamos que esto pudiera ser, piensas en un atentado, piensas en un grupo puntual que hace una barbarie en algún sitio, pero una guerra", no era algo que entrara en sus planes, cuando visitaban el país.