Alejandro Ruiz

EL REPLICANTE

Alejandro Ruiz


Juan Bravo

22/05/2025

Por una calle albaceteña me cruzo con los hermanos García Jiménez. Uno de ellos, no sé si Damián o Guillermo, pues reconozco que todavía me cuesta distinguirlos, adelantándose a mi pregunta me dice: «Barcarola, Barcarola; si vamos con Juan Bravo es que estamos con un asunto de Barcarola», señalándome en ese momento a Juan Bravo, que venía con el otro hermano un poco más rezagado. No hace falta decir que Juan Bravo Castillo es fundador de Barcarola, prestigiosa y consolidada revista de creación literaria, editada desde 1979 por el Ayuntamiento y la Diputación de Albacete, referencia literaria en España que «ha publicado textos inéditos de escritores como Rafael Alberti, Rubén Darío, Federico García Lorca, Miguel de Unamuno, Vicente Aleixandre o Camilo José Cela».
Me presentan entonces a Juan Bravo y en cinco apresurados minutos de conversación descubro un compendio de conocimiento, de vida acumulada, de amor por la literatura, por la lengua francesa, por la lengua alemana. Los dejo y me alejo pensando tontamente que cuando te apellidas Bravo y tus padres deciden llamarte Juan, Juan Bravo, como el histórico personaje vinculado con la Guerra de las Comunidades de Castilla, de alguna manera se adivina una oculta pretensión de querer imprimir un carácter.
El encuentro fortuito con Juan Bravo me encauza en el camino de la literatura y regresamos a casa con ganas de empezar la lectura de algún nuevo libro, convencido de que la literatura es una autopista directa hacia el ejercicio libre del pensamiento, a la libertad, al pensamiento crítico y a la exaltación de la imaginación. La lectura de cada nuevo libro nos ayuda, además, a concentrarnos, a enriquecer nuestro deteriorado vocabulario, a prevenir nuestro declive cognitivo y a estimular nuestra creatividad e inteligencia. Es el camino perfecto para conseguir fomentar nuestra empatía mediante el conocimiento efectivo de la condición humana, se trata de una herramienta perfecta para conseguir las habilidades precisas que nos permitan conocer mejor el mundo, para reflexionar y filosofar sobre la vida, sobre nuestra propia existencia, para viajar por el tiempo y el espacio sin necesidad de salir de casa.
Pienso en las aventuras de Fabio del Dongo (La cartuja de Parma) y en la ambición seductora de Julien Sorel (Rojo y negro), personajes tan conocidos y vinculados a nuestro Juan Bravo, especialista y traductor de Stendhal. Novelas de amores y desamores, increíbles aventuras y desventuras que nos entretienen a la vez que nos introducen en la psicología de los personajes, en su vidas complicadas, plenas y enérgicas que se transforman en vidas reales en nuestras mentes. Tan reales como la vida del Juan Bravo histórico de la Guerra de las Comunidades de Castilla, decapitado junto a Juan de Padilla y Francisco Maldonado en Villalar.