José Luis Loarce

Con Permiso

José Luis Loarce


Agro sin glamur

13/02/2024

Dice la Real Academia que glamur es la adaptación gráfica de la voz inglesa glamour y significa «encanto sofisticado». Con la o parece como más cool, pero es correcto como está en el título, sin extranjerismos. «Encanto sensual que fascina», reza la acepción académica, que ofrece sus sinónimos: elegancia, atractivo. El aura es otro grado superlativo y se aplica a las bellas artes, no vamos a pedir que tengan aura las lechugas. Y de las dehesas el glamur lo tiene el cortador de un ibérico cien por cien bellota que despliega su afilado cuchillo como el arco de un violinista. El campo es un paisaje al otro lado de la ventanilla, cada vez más vacío, lleno de barro y gente esclavizada que estos días grita y bloquea carreteras y da vueltas y vueltas con sus tractores a la ronda de mi ciudad, como en un tiovivo sin fin que no lleva a ningún sitio. Decididamente es imposible que la gente del campo consiga algo: no tiene glamur.
Trabajan por debajo de los costes de producción. Sufren exigencias fitosanitarias que los productos que importamos de otros países no tienen. La burocracia europea y los excesivos rigores medioambientales les tienen fritos. La PAC, que nos creíamos los urbanitas que era una fuente de subvenciones a modo y manera, es menos rentable que antes de entrar en la UE. La maquinaria, carísima y el combustible, disparado. «Nadie quiere vivir del campo, ni trabajar en el campo», nos cuenta, entre lamentos, un agricultor de Viso del Marqués que se ha decidido por el pistacho: «Tenemos en España el mejor del mundo», presume. El poder político los ignora y los va toreando con promesas o migajas, cuando no les envía los antidisturbios, y el personal de a pie parece comprensivo pero le incordian los cortes y alguno teme que eso de la cadena alimentaria suponga más carestía. Para los sindicatos obreristas de clase, ocupados en la refriega partidista, no existe el conflicto agrario, porque ya no hay jornaleros ni latifundistas de manual. Y las organizaciones agrarias están viendo surgir plataformas y movimientos al margen de sus reglas, así el 6F.
En España, una cierta estética agraria viaja desde las canciones de La Charanga del Tío Honorio en los 70 y los gags de Pajares y Esteso al baile verbenero de Tengo un tractor amarillo, de Zapato Veloz, en los 90. Los estereotipos sociológicos e ideológicos están ahí. ¿Alguien se acordó de los huelguistas del campo en la —esta sí superglamurosa— gala de los premios Goya, además del condenable acoso sexual y de Gaza, Ucrania, Argentina…? ¿O de los dos guardias civiles asesinados por una narcolancha en Barbate el día anterior? Goyas, por cierto, que olvidaron también en el palmarés al ausente Víctor Erice en la que podría ser su última ocasión, nunca mejor dicho: Cerrar los ojos, ese personal y hondo homenaje al cine. 
Ay, la profunda superficialidad del glamur.