Manuel López Camarena

El Yelmo de Mambrino

Manuel López Camarena


Yolandita la lía en la ONU

20/04/2023

Dicen que en la casa del Puño y la rosa, hoy ya sólo de la rosa, -¿se acuerdan de cuando bebíamos agua?, hay nerviosismo, mucho nerviosismo, más que nada porque jornadas electorales de gran trascendencia se acercan a paso normal, ni acelerado paso legionario, ni tranquilino desfilar de los tabores, ni de las harkas, ni de las mías, que han sido y/o son todas, unidades del Ejército español de justa fama y gran rendimiento cuando necesarias fueron. Y al paso que vamos, además de las próximas elecciones municipales, autonómicas y nacionales, vamos camino de conseguir envenenar, más aún de lo que están, las relaciones España-Marruecos, y ello porque seguimos nombrando y manteniendo cargos, de diferentes cachés, diferentes preparaciones y parecidas, y peligrosas, ideologías. Esta aseveración, como saben todos, o casi todos, los que han oído hablar de un país llamado Marruecos, asentado en la parte baja inferior, Estrecho de Gibraltar, de otro país llamado España, con el que nunca hemos mantenido relaciones idílicas y ni siquiera buenas -dejémoslas en prudentes y aceptables- pese a la proximidad, y en las que sólo hace falta que salte una chispa de un petardo o de un cobete, para que la situación se enrrabiete y encabrone, más de lo que está, y ello porque, ya digo, la cosa nunca ha sido de enamoriscamiento, -enamorarse de un moro o de una mora- y sí de trampeo, escaramuzas armadas y diplomáticas, como recuerdan los nombres de Annual, Alhucemas, Sahara, Ifni, Marcha Verde, etc., consecuencia siempre de la diaria tensión, con más o menos voltios y amperios, entre ambos países. 
Y ahora, por si no anda ya bastante deteriorada la cosa con aquello de los saltos de las vallas fronterizas entre España, Ceuta y Melilla, y el territorio marroquí y otras minucias; que ya me temo nos escandalizaremos bien cuando nos enteremos de los oscuros y malolientes entresijos de los tratos Mohamed VI-Pedro Sánchez, de estos meses pasados, llega nuestra flamante vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, y después de intentar convencer a tan variopinta concurrencia de la bondad y el buen resultado de nuestra desorientada economía social, se largó una crítica del tema que, hoy por hoy, más escuece a Marruecos, a su régimen y a su rey, un verdadero sátrapa, que sabe moverse como el mejor gobernante de, al menos, el continente africano. Y es que Yolanda estará muy puesta en temas sociales, pero dudo mucho, a la vista está, que conozca medianamente la conducción de temas internacionales, máxime en momentos de tensión y, sobre todo, cuando el último destinatario es, ni más ni menos, que Mohamed VI, un político capaz de ponerle una vela al presidente norteamericano de turno y otra al demonio, con lo que, en nuestro caso, resulta que EE.UU., por culpa de este rey metidito en carnes, está tan cerca, o más, de Rabat, y todo lo que significa, que de Madrid. Veremos qué sale de esta bofetada sin mano que una política española de talante progre se ha atrevido a dar, ante la ONU y el mundo, a un rey de similares características democráticas que, por ejemplo, Nicolás Maduro. 
Veremos en que para esto.