La Tubería Manchega, el salvavidas del Campo de Calatrava

Ana Pobes
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La comarca pone todas sus esperanzas en esta infraestructura que llegará en 2024 para dar agua en cantidad y calidad a una zona que pide agua con urgencia

Imagen del pantano de la Vega del Jabalón. Foto: Rueda Villaverde

El Campo de Calatrava mira al cielo. Lo hace desde al menos cinco años, cuando el embalse de la Vega del Jabalón empezó a secarse. No hay agua, no llueve y la situación es crítica. El pantano se encuentra al uno por ciento de su capacidad. Está seco. Ya no se le puede exprimir más. Y el pozo del Espigón, complementario a este embalse, se ha quedado a niveles mínimos debido a la sobreexplotación. La comarca busca soluciones para garantizar el consumo de agua a los más de 40.000 habitantes, quienes esperan la llegada del agua del río Tajo, a través de la Tubería de la Llanura Manchega, para tener agua en cantidad y en calidad.  
Todas las esperanzas están puestas en esta infraestructura hidráulica que inicia su viaje en Carrascosa del Campo, en la provincia de Cuenca. A partir de ahí, más de 160 kilómetros de un ramal principal sumergidos al lado del curso del río Cigüela que abrirá el grifo el 29 de marzo para dar agua a quince municipios, entre ellos Pedro Muñoz y Socuéllamos. Un día histórico que también quiere vivir el Campo de Calatrava. Pero habrá que esperar al menos un año, en 2024. Es la fecha en la que se espera que la autovía del agua llegue a una comarca que pide agua con urgencia y que se encuentra «en el alambre y sin red», señala con preocupación Miguel Ángel Valverde. Él es el presidente del Consorcio de la Vega del Jabalón y alcalde de Bolaños de Calatrava, una de las localidades, que junto a Almagro, Caracuel y Corral, se han abastecido al cien por cien del Jabalón hasta que ha tenido agua. Ahora, lo hacen de los pozos. La única fuente 'oficial' de suministro de agua potable.
Bolaños y Almagro suman una población de unos 22.000 habitantes, cifra que llevaba a demandar el 70 por ciento del agua del Jabalón. Son los municipios más poblados del Consorcio, las que más agua cogían del embalse y las que, junto a Corral, peor lo están pasando. Desde hace tres años dependen de las aguas subterráneas, la única alternativa hasta que lleguen las lluvias o la ansiada Tubería Manchega, «el salvavidas de la Comarca del Campo de Calatrava» como así lo han calificado ya algunos alcaldes. Si estas dos localidades no se hubieran desenganchado completamente del suministro del embalse en verano de 2020, otros como Moral se hubieran quedado desabastecidos. El sistema pendía de un hilo.
De momento, no falta el suministro. Y todo  gracias a que los doce ayuntamientos que conforman el Consorcio de la Vega del Jabalón afrontan con nuevas obras de emergencia y aguas subterráneas la peor sequía de los últimos treinta años. Bolaños, Almagro, Ballesteros, Calzada, Cañada, Caracuel, Corral, Granátula, Moral, Pozuelo, Valenzuela y Villar del Pozo hoy prescinden del embalse y se abastecen de las aguas subterráneas, pero los doce necesitan una solución global al abastecimiento hasta que puedan conectarse a la Tubería Manchega ante la incertidumbre de no saber cuánto tiempo más resistirán los sondeos y ante la situación de un pantano que no es reversible a corto plazo.
Los pozos dan agua pero no con la calidad suficiente, especialmente en municipios como Bolaños, donde el exceso de nitratos obligó al Gobierno regional a instalar una planta de ósmosis inversa que permite mejorar la calidad del agua para consumo humano. Con una inversión de 750.000 euros se inauguró el pasado mes de julio, aunque «apenas se utiliza», declara Valverde, quien recuerda el problema de Bolaños con un nivel de nitratos que no era apto por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para determinados colectivos como mujeres lactantes, bebés y mayores de 80 años. Afortunadamente, los valores de los nitratos han bajado de manera natural, y «ya no es necesario la osmotización», comenta con alivio. Y es que, la instalación mezcla el agua osmotizada para que el nivel de nitratos baje de 50 miligramos litro, pero para ello, se necesita un agua que tiene que ser rechazada, y que supone «entre un 20 y un 30%». Mucha cantidad para una zona que está sufriendo un serio problema de escasez, y que «no puede desperdiciar ni un solo metro cúbico». Por eso, y tras producirse la bajada de nitratos, la planta de ósmosis funciona «una o dos horas al día», y lo hace con el objetivo de evitar el deterioro de sus membranas, pues su inutilización provocaría su detrimento.  
«La comarca tiene poca agua, los niveles de los pozos están muy bajos y el agua es de poca calidad», reconoce también la alcaldesa de Calzada de Calatrava, Gema García. En su pueblo son «muchas las personas que acostumbran a beber agua embotellada o instalan sistemas de ósmosis en sus casas debido a que el agua que sale del grifo no es agradable en muchas ocasiones ni para cocinar». Un agua «tremendamente dura» que supone también un problema para los electrodomésticos, que suelen estropearse por «el nivel tan bajo de agua».  
Pero el problema, insiste Valverde, «no es tanto de calidad, sino de cantidad». No hay agua suficiente, y hay que aprovechar al máximo cada gota. Todo está en el punto de mira, y en los últimos tiempos se ha detectado que el consumo habitual ha aumentado en una época que no suele hacerlo como ocurre en verano, cuando la población de los municipios se duplica con la llegada de más vecinos. Bolaños de Calatrava, por ejemplo, consumía por estas fechas entre 2.500 y 2.600 metros cúbicos al día, una cifra que ahora alcanza los 4.000. El motivo, las fugas. La pérdida de agua es otra problemática para una comarca que tiene sed. El cambio en la presión del agua «está provocando un avance en el deterioro de las tuberías que causa unas roturas que están muy por encima de la media». Al tratarse de un agua subterránea, con unas condiciones distintas a la embalsada, se produce «un mayor deterioro de muchas de las piezas de la red de abastecimiento en baja». Algunas de ellas, «ya detectadas y reparadas» pero otras aún no se han localizado. Y eso, ha puesto en riesgo nuevamente el abastecimiento general de agua de los municipios. «Hasta que no solventemos el tema de las fugas no vamos tener capacidad de autosuficiencia con nuestros pozos», señala.  
Todas las alarmas están encendidas. En la comarca existe preocupación por no saber cómo se va a afrontar el verano si no llegan las lluvias. De no producirse las intensas  precipitaciones, los alcaldes temen que llegue el momento de las restricciones. No quieren, pero reconocen que sería la única forma de resistir a unos meses que ya auguran de «muy complicados». «El verano puede ser crítico», comenta el alcalde de Corral de Calatrava, municipio que a día de hoy sobrevive a la sequía gracias a la generosidad de Caracuel y Ballesteros. Ellos son los que desde hace casi un año dan agua a Corral. Los tres están bajo el mandato de las siglas socialistas pero aseguran que la solidaridad está muy presente en una comarca que espera con vértigo el verano. Todos van a una.
En Caracuel, gracias a su alcalde «previsor», en 2017 hicieron un único sondeo con el que hoy se abastece su población y la de Corral. «Cogí un zahorí, me lo llevé a un terreno, donde más o menos sabíamos que había agua, y acertó a la primera. Nos tocó la lotería», señala con satisfacción su regidor, Ismael Laguna. Comparten su agua, pero con la condición de que el Consorcio abone la factura de la luz de un motor que funciona las 24 horas del día. «Somos un pueblo pequeño, y con un presupuesto muy bajo para asumir esas facturas», argumenta. Ballesteros, por su parte, se la proporciona «gratis y sin condiciones».  
En Corral, a pesar del agua que reciben de Caracuel y Ballesteros, cuentan los días para que llegue la Tubería. «Estamos peor que el año pasado», lamenta Andrés Bárcenas, alcalde de este pequeño municipio que lleva más de 100.000 euros invertidos a solventar un problema que todavía sigue padeciendo. La población consume entre 210.000 y 220.000 metros cúbicos al día, cifra que en verano alcanza a los 250.000. Así, con el objetivo de optimizar el agua al máximo, desde 2021 queda prohibido el baldeo y riego de calles, el llenado de piscinas y el riego de parques y jardines con agua potable. Todo, junto con una campaña informativa para reducir el consumo y dos proyectos en los que se está trabajando. Uno, la restauración de uno de los depósitos para acumular agua en caso de momentos de mayor sequía y la renovación de válvulas de seccionamiento a través de la Agencia del Agua y otro, la detención al minuto de fugas con un programa pionero de la Universidad de Castilla-La Mancha. Todo cuenta para el ahorro de agua.
La población es consciente del problema. Sabe que «los pozos no reaccionan de forma estable y reglada, y que pueden bajar de golpe y dejar sin agua al municipio». «Cuando el abastecimiento viene de un pantano se sabe para cuánto tiempo se tiene ese recurso, pero es muy difícil saber cuánta agua hay en cada pozo. Un pozo se seca, y se seca», señala Daniel Reina, alcalde de Almagro, donde el agua que llega a las casas es de los tres pozos de emergencia que se han hecho para resistir hasta que el Campo de Calatrava esté conectado a la tubería. Y es que, en el momento en que los pozos, que funcionan las 24 horas del día, «se vengan abajo, ya no hay posibilidad de dar suministro», recuerda Valverde. Por ello, hasta que llegue la Tubería Manchega, el Consorcio pide a la Agencia del Agua que busque nuevas captaciones de agua subterránea que se vayan incorporando al sistema y que permitan que en el caso de que algunos pozos fallen se tenga la reserva de otros. «Tememos que llegue el momento en que se produzca el agotamiento de los pozos», lamenta.
La incertidumbre está cada día muy presente en una comarca en donde la «única solución fiable» es la Tubería Manchega, infraestructura que «garantizará que los 40.000 habitantes del Campo de Calatrava podamos mirar al futuro con tranquilidad garantizando el abastecimiento humano y el desarrollo empresarial», asegura Reina. «La tubería es la  única solución que tenemos y esperemos que llegue cuanto antes. Es la solución que tenemos», añade Honorio Cañizares, alcalde de Valenzuela.
Las doce localidades que conforman el Consorcio de la Vega del Jabalón se han comprometido a hacer uso de la tubería en el momento en que el ramal esté hecho. Un compromiso que sellaron hace algo más de un mes a través de un convenio con el Gobierno regional.  El Campo de Calatrava lo tiene claro. Su esperanza es la Tubería Manchega, la «solución definitiva para dar agua en cantidad y en calidad», por lo que confían en que el proyecto no se ralentice y llegue en 2024 a pesar del incremento que ha sufrido su presupuesto, que ha pasado de los 35 millones de euros iniciales a casi los cien millones. Un importante aumento que temen que paralice las obras, por lo que «nuestra lucha va a ser que se siga avanzando en esta obra considerada de emergencia para que esté licitada y ejecutada cuanto antes». Hasta entonces, la comarca seguirá implorando a que los pozos no se agoten y esperando a que el pantano de la Vega del Jabalón se llene con la llegada de las lluvias, algo que no se ha visto en los últimos años. 
 

La Tubería Manchega, el salvavidas del Campo de Calatrava - Foto: Rueda Villaverde
La Junta de Comunidades instaló en Bolaños una planta de ósmosis inversa para mejorar la calidad del agua.
La Tubería Manchega, el salvavidas del Campo de Calatrava - Foto: Rueda Villaverde
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