Manuel López Camarena

El Yelmo de Mambrino

Manuel López Camarena


Lo que viene para ya parece peor

17/09/2020

Los políticos a los que la suerte, la mala suerte, la peor suerte ha encargado gestionar un tema tan complicado, escabroso y asesino -unos 50.000 muertos parece que llevamos  por culpa de la pandemia de COVID-19- no han debido enterarse aún de lo que supone lo que, para desgracia nuestra, nos ha caído encima. Si lo supiesen, si se hubiesen percatado de la importancia de semejante maldición a nivel mundial, no estarían ofreciendo el triste y peligroso espectáculo que están dando.
Cincuenta mil muertos, más o menos, son demasiados muertos como para no frenar en seco en el criminal desbarajuste que han organizado y están jugando cada día, y lo peor no es lo que tenemos encima, sino lo que nos amenaza para octubre y noviembre, según numerosos profesionales de la Medicina, la Virología, la Epidemiología, etc., que avanzan y anuncian que el otoño va a ser algo de temer, que puede poner patas arriba todo el sistema sanitario español, incluidos los tanatorios y las residencias de ancianos, de igual o más grave forma de cómo lo fuese en primavera. Y mientras esto, la nueva pandemia  quema etapas para invadir y rematar el territorio español, entretenido en luchas de partidos -¡maldita política a la española!- ocupados siempre en hacer triunfar sus intereses, aunque para ello sea necesario triturar, como para hacer gazpacho o mazamorra, todo lo triturable, empezando por la tranquilidad, los intereses y el bienestar del pueblo español. Esto queda demostrado, sin discusión posible, cuando vemos desunido al Gobierno de España, con responsables que bailan el agua a los independentistas y, lo que no le va a la zaga, a los herederos de la banda asesina ETA, a los que el presidente del Gobierno -ningún predecesor suyo tuvo nunca tan poca dignidad- ha abrazado moralmente al enviarles un muy sentido pésame por el suicidio de uno de ellos y, para mayor escarnio de los que no estamos con ETA y, especialmente, de los que han tenido que enterrar a algún ser querido o algún subordinado, le ha prometido, de cara a los fríos del invierno, acercarlos al brasero que, para ellos, parece que supone en País Vasco. (Inciso para evitar el olvido: el presidente catalán, Qim Chis Torra, siguió ayer la senda del supergolfo Pujol, al decir que el manso de los dineros públicos españoles se los llevaba Madrid. ¡Será becerro!). ¡Que lástima del descrédito al que parte de sus líderes pasados han llevado al PP! 
Y acabo, el amenazante otoño está a la vuelta de la esquina, y creo que ya es hora de que Sánchez y su Gobierno de pigmeos políticos -y hasta mentales y morales- tome las riendas  de la batalla por la vida en España, aunque a ellos, -Ley de la Eutanasia,  desmontaje del Valle de los Caídos, cruzada antifranquista, exhumaciones múltiples de caídos republicanos, olvido de los crímenes de la II República y del enriquecimiento de líderes socialistas como Indalecio Prieto a costa de los tesoros del VITA…, el terror rojo, vamos- parece irles más los ambientes de muerte, retome el control moral y el mando único, y traten de evitar seguir cosechando muertos. Claro que algunos deben estar locos de alegría por los miles de millones que el Socialismo español de hoy se está ahorrando en pensiones, y que aún las quieren bajar, gracias a los miles de viejos y viejas que nos han precedido en el adiós. Y la fiscala, estómago agradecido sin duda, diciéndole al juez que no se le ocurra meterle mano, ¡judicialmente, eh!, al Gobierno.