Manuel López Camarena

El Yelmo de Mambrino

Manuel López Camarena


Una situación al límite

17/06/2021

Creo que somos muchos, al menos aún, los españoles a los que no se nos alcanza la actitud, errática y zombie, de una muy buena parte del arco de la izquierda española, me refiero a la decididamente democrática y moderna, que mostrándose claramente contraria a los odios y veleidades separatistas de parte de la España desde hace cinco siglos, están doblando, sumisamente, la cerviz, con tal de mantener a Pedro Sánchez en el poder. La situación general en el conflicto hispano catalán -aclaro que es esto lo que quiero decir y así lo digo-, no puede estar ya más tensa ni más perdida de la mano, crean los desorientados analistas y consejeros del actual PSOE, que no sólo está poniendo en riesgo la unidad de España -ya la ha puesto y la ha entregado en espíritu, aunque no esté oficializada la separación-, sino que en lo que pueda quedar del Estado en su día, quedará siempre un resquemor y una angustia motivada por la sensación de fracaso, gran fracaso, por no haber sido capaces los gobernantes, unos y otros, unos más y otros menos, de explicar, controlar y reconducir un asunto que ha ido encabronándose -con perdón- por culpa de la mediocridad y la afición al dinero, Pujol y sus burgueses, y al poder, Más, Puigdemont, etc. 
Si a todo esto, que es lo que han movido, de una u otra forma, los políticos a nivel interno, desde los presidentes de Gobierno de España a los de la Generalidad, pasando por una determinada clase política, imaginemos lo que aún nos queda por pasar, cuando, remate de la locura predrosiana, la figura del Rey, diga el PSOE, hoy monárquico de los de siempre, lo que quiera decir, para seguir amarrando a memos que creen ser antiseparatistas, se vea salpicada por una firma, un sancionar el acto, que no puede eludir, salvo que siguiese los pasos de su padre el rey Juan Carlos I, aunque por motivos diferentes. Porque si el Rey no quisiese ser el sancionador del fin de la unidad de España, cosa que perfectamente podría ocurrir y que no entro a valorar por razones obvias, no le quedaría nada más que la siempre dolorosa y desestabilizante decisión de abdicar, dado que en España, ¡hay que ver que bien hicieron la transición y lo que le está colgando a la transición, que no es otra cosa que una Constitución con lagunas y que muchos, cada día más, no respetan!, no existe la posibilidad de abdicar por unos días, caso Balduino de Bélgica, y así proteger más que a la persona a la Institución, que es la que puede dar estabilidad al país en cuestión. 
Y todo esto, y lo que falta, porque el socialismo actual perdonó a Pujol, el de después gobernó entregado por Maragall y otros al nacionalismo molesto ya, Aznar hablaba catalán en la intimidad -¡vaya tela!-, Zapatero, insondable personaje, proclamó, mientras hacía el memo supremo en lo demás, que aceptaría y validaría todo lo que legislase Cataluña, y Rajoy, ¡vaya ojo clínico!-, dejó, tras la declaración de independencia, la puerta abierta y las llaves, a la peor institución de Cataluña, la TV3, nido y altavoz de todo lo antiespañol que imaginarse pueda uno. 
Y todo, insisto, porque nadie se atrevió, en su momento, a convocar un referéndum de SÍ o NO.