Juan Villegas

Edeumonía

Juan Villegas


Pensamiento ilusorio

13/04/2023

Clara Serra, la que fuera diputada por Podemos en la Asamblea de Madrid y también portavoz de su Grupo Parlamentario y que luego recaló en las filas de Mas Madrid,  ha publicado recientemente en el diario El País dos interesantes artículos y esclarecedores de sus coordenadas políticas, que forman parte de una serie que lleva por título 'La polisémica del deseo': el primero, que se publicó el pasado 23 de febrero, fue El problema del consentimiento; y el segundo, publicado el miércoles 5 de abril, La insoportable oscuridad del deseo. Esta expolítica,  y  ahora, parece ser,  investigadora sobre el feminismo en la Universidad de Barcelona, mantiene en estos dos artículos la tesis, de la que después va a extraer algunas consecuencias para replantear el candente tema del consentimiento en la 'ley del sí es sí', de que es preciso poner en jaque los delirios de grandeza del sujeto racional. La autora, desde una posición crítica que pretende superar la Ilustración,  considera que es preciso y urgente sustituir el sujeto racional por un sujeto atravesado por el deseo y mantiene que el feminismo tiene que hacer una poderosa crítica a esta razón ilustrada que es profundamente  masculina y heteropatriarcal. Según ella, esta racionalidad  es la que pretende iluminarlo todo, poner claridad en la realidad, hacer posible el entendimiento y el esfuerzo por conocer la realidad, buscando la objetividad y la verdad.  La investigadora  abandera desde la defensa de una determina versión feminista, como algo sustancial de la mujer,  el derecho a no tener que saber, a no tener que aclarar, a la opacidad y a la irracionalidad del deseo, a un sujeto que es inescrutable,  en permanente oscuridad y  penumbra, a la libertad  del deseo y sus muchos  posibles sentidos. Dejar de ser racionales para ser seres ciegamente deseantes.
Creo que a todos en algún momento de nuestra niñez, adolescencia o juventud se nos advirtió, y en más de una ocasión, que no es bueno confundir los deseos con la realidad. De esto hoy se advierte menos, quizás porque todo nuestro empeño se dirija a que todos los deseos de los más pequeños se hagan realidad y nos dé miedo que se puedan frustrarse a arrastrarles con ello a la pena y el sufrimiento. Habrá que esperar entonces a que pase el de tiempo para que aprendan en su propia carne esta inevitable verdad. El paso de los años terminará enseñándosela, como nos ha enseñado a todos que una cosa eran nuestros  deseos y otra lo que era la realidad. Una verdad forjada a golpe de experiencia. La vida se empeña en ponernos ante los ojos que hay ocasiones en que nuestros deseos se desvanecen, se frustran porque la realidad se impone sobre ellos y los hace imposible. Quienes se dedican al estudio de la lógica, a tratar de identificar el modo del razonamiento correcto,  identificaron un tipo de razonamiento que tras la apariencia de verdad esconde una gran falsedad: confundir los deseos con la realidad es una absoluta falacia, es lo que también se ha llamado el pensamiento ilusorio o Wishful thinking. Esta falacia consiste en considerar exclusivamente las posibilidades favorables, no teniendo en cuenta o excluyendo la posibilidad de las alternativas menos favorables. Es como si una niebla cubriese la inteligencia y la capacidad para identificar lo que las cosas son realmente. Algunos también han llamado a esta forma de procesar la información el pensamiento desiderativo, que conforma nuestras creencias, teorías y nuestra toma de decisiones en función de lo que deseamos en lugar de tener en cuenta la evidencia, la racionalidad o a la realidad. 
Hoy hay quienes como Clara Serra pretenden, desean, desterrar la racionalidad de la educación, de la cultura, de la política, de la vida cotidiana. Sustituir en todo la realidad por el deseo, hacer del  indescifrable, impreciso y nebuloso deseo la materia con que hacer todas las cosas. Pero cuidado, que sabemos que tarde o temprano la contundente realidad se termina imponiendo. Christopher Booker, periodista del The Telegraph, en un artículo a propósito del pensamiento ilusorio y de cómo una y otra vez se utiliza hoy en la política (y los artículos citados son claro ejemplo de ello) nos advierte de que cuando comenzamos a comportarnos llevados por la fantasía y los deseos, todo parece estar bien por un rato, en lo que podríamos denominar, la «etapa del sueño». Sin embargo, debido a que este hacer creer no puede reconciliarse nunca con la realidad, nos lleva a la «etapa de la frustración» cuando las cosas comienzan a funcionar mal, y entra un esfuerzo más decidido a conservar la ilusión. Conforme la realidad nos presiona y se impone, nos conduce hacia una «etapa de pesadilla», pues todo comienza a funcionar mal, y culmina en una explosión de realidad cuando el deseo finalmente se desvanece.