José Luis Loarce

Con Permiso

José Luis Loarce


Repliegue y desplome

02/02/2021

El 18 de enero el presidente García Page nos pedía “repliegue domiciliario”. Irremediable, decía, ante el avance de las cifras pandémicas. Entre otras limitaciones, se cerraban —como ya saben de sobra a estas alturas— perímetros municipales y el maltrecho sector hostelero hibernaría de nuevo, aunque esta provincia llevaba ya una semana replegada; y desde el 28 la Junta nos ha aplicado otros diez días más, por ahora.

Pero como malvivimos jornadas, meses, siglos… de inclemencias sin fin, al día siguiente, 29, el Instituto Nacional de Estadística publicaba las cifras del desplome económico español: en 2020 el Producto Interior Bruto, indicativo de la riqueza/pobreza del país, ha caído un histórico 11%, la máxima en tiempos de paz. No son previsiones, ni prospectivas más o menos interesadas. Son números reales aunque se quieran disfrazar, desde el Gobierno, de próxima recuperación en “V asimétrica”; como es real, y atroz, el 40% del paro juvenil en España, el mayor con diferencia de toda Europa.

¿Repliegue frente a desplome? ¿Consecuencia lo segundo de lo primero? ¿Registros conceptuales que vuelan enloquecidos por sí solos? Lo cierto es que navegamos por este fangal de terminología militar como si estuviéramos coloreados por apasionantes y sabios ejercicios bélicos, mientras camilleros y sanitarios corrieran por las trincheras vacunando contra el coronavirus, sin saber a quién, a cuántos y hasta dónde (para ser 28 millones de inmunizados a finales de verano harían falta 2,1 millones de pinchazos semanales: sin comentarios).

Replegar dice el diccionario Casares que es “plegar o doblar muchas veces” y, en terminología militar, “retirarse en buen orden las tropas avanzadas”. Doblados sí que estamos. Plegados, con leves intermitencias y algún respiro de superficie, llevamos desde mediados de marzo, en una suerte de papiroflexia tan extraña como mortal, donde la sensación de que juegan con nosotros es creciente. Claro que si el repliegue es disciplinado, para reponer fuerzas y recontar bajas cara al contragolpe definitivo, entonces consuela mucho, claro. Pero es que nos cantan el himno trágico del desplome económico y social y lo que produce es sensación de retracción y retirada, de camino desandado, rebotado en una imaginaria “línea Maginot” sobre la que cae a plomo, desmayado, todo un país.

Salgo a la calle, respetuosamente replegado, y la luz se desliza como en un túnel de fronteras no desplomadas.