Manuel López Camarena

El Yelmo de Mambrino

Manuel López Camarena


Temor al COVID-19 en Navidad

24/12/2020

Los españoles, y los demás, disfrutamos ya, como si de las mejores navidades posibles se tratase, de los frutos, los mejores frutos, de la pandemia que nos ha caído en suerte y que nosotros, los humanos adscritos a cada país, nos encargamos de gestionar mejor o peor. La tercera ola u oleada de esta enfermedad, que tiene cogida a la Humanidad por las orejas y aún más, está entre nosotros y como ha sucedido siempre con los virus, estos hacen lo que quieren y crecen, o menguan, o mutan, o cambian de camino, o aumentan su mortalidad, mientras los humanos, humanas incluidas, dan más palos de ciego que acciones en el blanco, y la gente sufre en los hospitales y fuera de ellos, y muere a chorros, y anda cada día más desorientada. Y ello porque la factura que nos pasa a diario la pandemia es difícil, muy difícil, de asumir y pagar y para colmo, según los casos, la ayuda que deberíamos recibir, no la recibimos sino tarde, mal o nunca, que decía el saber popular. Sólo por las retenciones de abundante material protector en Barajas -mascarillas, trajes EPI, respiradores, etc.-, dificultades para su reparto, escandalosa inacción para afrontar los miles de muertos habidas en las residencias de ancianos, y demás actuaciones más que dudosas, habría causa más que suficiente para que los juzgados hubiesen actuado en defensa de los ciudadanos. 
Pero hay quienes no lo vieron así y se sacudieron la caspa de la posible culpabilidad de los señoriítos de turno, a los que no conviene molestar y menos cuando los asuntos se dirimen, cada vez más, entre amiguetes, pactos, convenios, y demás actuaciones al uso en democracias verdes como la nuestra. Los días navideños de asueto, destinados a que buena parte de los pueblos disfruten de una ruptura agradable con los rutinarios meses dedicados al trabajo y al estudio, mucho me temo que nos traerán más dolor que los últimos puentes recientemente disfrutados. Los lodos de estos días son, serán, como decía al principio, los polvos obligados de un inicial modus operandi desconcertado, torpe, débil, y hasta insisto, doloso, más por incapacidad que por intencionalidad, y, no lo olvidemos, con cierto trasfondo político, y es que prohibir, y prohibir y sancionar con dureza, porque el enemigo es la muerte, es algo que puede hacer variar unos grados la intención de los votantes.