Manuel López Camarena

El Yelmo de Mambrino

Manuel López Camarena


Cataluña sufre el cerrilismo de ‘Chis’ Torra

17/07/2020


La pandemia sigue, imparable, su caminar para establecer nuevos récords de afectados y muertos. Las cifras, ahora, se disparan en los grandes países, por extensión y, muy especialmente, por población. Estados Unidos, Brasil, India, Rusia…, -no se sabe mucho, más bien nada, de otros países atestados de gentes como Pakistán, Nigeria o Bangladés-, marcan cifras diarias escalofriantes, que lejos de meter en cintura y responsabilidad a dirigentes como Trump o Bolsonaro -¡vaya dos prendas!- les reafirma en la locura asesina que está costando docenas y docenas de muertos a sus países. En esta locura de los grandes, llama la atención e indigna a millones, que un gran número de subordinados, como ciertos gobernadores norteamericanos, desempeñando el vergonzoso papel de verdaderos lacayos políticos, opten por secundar a los que detentan el máximo poder y, no sé si advirtiéndolo o no, aumentar la estadística de la muerte que nos dice que en Estados Unidos se han infectado tres millones y medio de personas y han muerto casi 150.000 a día de ayer. Y es que los USA son, por sus particulares circunstancias, los tristes campeones en la afectación por la pandemia.
 Y en España, pues ya lo ven y saben ustedes. Una pila de brotes en una pila de provincias, con mayor o menor importancia, pero que ha vuelto a dejar a la clase política en general, salvo alguna honrosa excepción, con buena parte del culo, con perdón, al aire, en especial a la clase política catalana, que o bien calla como rata, o zorra, muerta, aunque su silencio le está costando caro, muy caro, al pueblo catalán, o bien, en el caso del que hace de presidente regional, el Chis Torra, no sólo lleva la factura catalana al máximo, sino que demuestra, sin pudor alguno, que antepone su estúpido y aldeano orgullo a los intereses de la tierra que dice amar y no sé cuantas cosas más. Torra, como Puigdemont y más de cinco y más de diez, no aman a Cataluña ni a España, sólo se aman a ellos mismos y esto es lo que les mueve, les motiva y les hace mantenerse en la política tal y como está organizada ahora. Si no, cómo se explica que Torra anteponga el orgullo personal e intente justificar así el no recurrir, para lo que es de ley y conviene a Cataluña y aún a España, al Gobierno central, como era conveniente en el complicado episodio leridano. Pero no, ellos, los políticos catalanes, especialmente los separatistas, los que ya no están en la cárcel burlándose de todo y de todos, con la complicidad de Pedro Sánchez que olvidó puesta la llave en la puerta de la prisión, para que, ¡pobrecitos! pudiesen estar en la calle antes que el que hubiese asaltado una joyería o manoseado, a traición, alguna nalga en un oscuro pasaje de la vieja Barcelona o Gerona, que también los tiene. 
Así que así andamos. Cada día más contagios; cada día más hospitalizados; cada día menos seriedad policial -menos aún por aquello de los votos- en el cumplimiento de la prevención protectora en toda España; cada día más injusto e inmerecido respaldo popular -¡inexplicable!- a la labor de las autoridades en la gestión global de la pandemia; etc. Y acabo. Mientras esas que llaman autoridades, las que sea y las que toquen, no tengan redaños para enfrentarse a los sin mascarilla, principal causa de contagios a día de hoy, seguiremos infectándonos y arrastrando los intereses generales por el lodo y por la alfombra de ciertopelo los de la casta de Pableras y compañía.