Manuel López Camarena

El Yelmo de Mambrino

Manuel López Camarena


Piensen en España y olviden las disputas, en lo posible

26/01/2023

No lo pueden evitar. Nuestros políticos -la tropa que decía el conde de Romanones allá más por los primeros años veinte que por los postreros del veintiuno-, llevan el incendio en su corazón, y en sus otras vísceras, por causas múltiples, aunque hay una, como en el resto de la vida patria, que domina y esta es, sin duda, la envidia. Guillermo Díaz Plaja, desenfadado escritor de mediados del inmediato pasado siglo veinte, escribió una novela sobre el asunto que nos ocupa y otros varios, en el que bajo el paraguas general, El español y los siete pecados capitales, hacía un retrato fiel, exacto, irreprochable, de la tendencia que el español, en general, tiene a ejercer, airear y actuar en consecuencia con la envidia, pecado capital que no sólo nos he hecho, a los hispanos nacidos aquí, allá o acullá, a lo largo de la historia, desgraciados notablemente, sino que nos ha hurtado ocasiones y posibilidades de lo más variadas. Miren, pasen y vean, si no, el triste espectáculo que nos ofrecen, un día sí y otro también, esa casta - ¿se acuerdan de la casta de Iglesias, Monedero, Echenique y demás elementos que, desde un lado u otro del espectro dicen que nos gobiernan? Pues eso, que ni nos conducen con un mínimo de eficacia, ni nos corresponden con un tanto de positivos resultados para la vida de cada uno de nosotros. Llegan al sillón, lo ocupan como si hubiesen nacido para eso -craso error-, hacen mangas de capirotes, y, lo más tarde posible, dejan el terreno abonado de la mejor manera que cree, para un pariente, un colega, o un compañero de partido. El caso es que el mensaje de cada cual y cada grupo prevalezca y permanezca. Y así andan. Sánchez contra Feijóo, Gamarra contra Montero, Belarra contra Espinosa de los Monteros, Periquito contra Mariquita y vuelta a empezar, que el jueves hay sesión y hay que patalear a esos. Ya veremos qué pasa en los próximos comicios y en los otros, porque el país, digan lo que digan, no está para bromas y menos si el rojerío militante empieza, como hace 90 años, más o menos, a lanzar amenazas, ya que puede haber quien crea, en su derecho, que la próxima etapa del paseo patrio no será la del puerto asturiano Angliru.
Margarita Robles, dicen, desmintió hace unos días, pocos, que España fuese a mandar carros de combate a Ucrania. Ayer, a bombo y platillo, el Gobierno, parte del Gobierno, anunció que sí, que España enviaría carros alemanes Leopard a Ucrania, para participar en la formación de unidades acorazadas. Parece que de estos tenemos unos 300 vehículos, pero también parece que la mitad, más o menos, están fuera de juego, con lo cual ya me dirán ustedes. Es este un asunto que se antoja peligroso, ya que si no hay nada más cierto hoy que la necesidad de apoyar a Ucrania, no es menos cierto que de producirse una escalada cualitativa y cuantitativa, cosa más que posible, nos veremos envueltos en un conflicto de dimensiones supranacionales, que no quedará en un Ucrania, con Leopard, vs., Rusia, sino, cuando menos, en un OTAN vs. Rusia y los amiguetes -Bielorrusia por ejemplo-, que se le cuelguen a Putin de la chepa. No es otra cosa; son las ansias imperialistas heredadas de su paso por la KGB y el Kremlin cuando aún Rusia se llamaba URSS.