Manuel López Camarena

El Yelmo de Mambrino

Manuel López Camarena


El Covid hace muy malas migas con las fiestas

26/11/2020

Aterra ver, y sufrir, como la tropa gobernadora está dispuesta a lo que sea por muy malo que pueda resultar, con tal de asegurarse cuantos más votos mejor en las próximas elecciones o, parafraseando a mi nieta Rocío de siete años, en las próximas pandemias. Y digo que aterra, porque junto a la planificación mental que maneja la mayoría de los que andan en esto del gobernar, del mal gobernar, hay otra, la efectiva, que se ve, se palpa, se acepta, que es lo malo, por la mayoría de los ciudadanos de los países de nuestro entorno, y que puede ,lo he oído y leído de boca de auténticos dominadores del tema epidemiológico y todo lo que le circunvala, como a cierto catedrático de Harvard, que vaticinó, martes noche en TV, una nueva hecatombe a nivel mundial de mantener la peligrosa idea de abrir la mano, y hasta los brazos, por y para Navidad. Científicos de todo el arco afectado por la Pandemia del Covid-19, han expresado ya, en diferentes medios y países, lo apuntado; que la tercera ola, u oleada, estaría en enero, lo más en febrero, entre nosotros, con igual o superior virulencia y ello con las vacunas, sean una, dos, tres a la postre, ausentes, porque entre las vacunas y, un suponer, los churritos madrileños, hay una sustancial diferencia. Así que ya saben, protéjanse mucho, más, muévanse lo menos posible en Navidades, usen las teleconferencias o como se llame en verdad el sistema ese de las videollamadas y confórmense con los adelantos que tenemos. Los políticos -en España la crisis ya saben que cuenta con menos Ciencia que en otros países- ya han demostrado lo que saben y hacen, y eso que es el pensamiento, unido a la condición humana, el que ordena y manda. Illa, alumno directo, y dilecto, del estagirita Aristóteles, sí, ¿no?, rey, este, que no aquel, de la Filosofía Occidental, está demasiado en manos de las decisiones políticas, las cuales, a veces, no están por servir ciegamente al pueblo, cuando eso, antes que nada, justifica la existencia de la llamada actividad política y sus consecuencias. Creo que ha habido decisiones varias que no han gustado a Illa, y ello por su condición de filósofo que no de servidor del tándem Pedro-Pablo. 
Y acabo con una frase dedicada a las lágrimas de Irene Montero a costa de las mujeres, que, aunque no de cocodrilo, sí podíamos denominar de gacela grácil, lo que es más elegante, aunque en la situación actual también más comprometido, ya que ¡vayan a saber! qué se piensa de esa expresión un tanto vintage, grácil gacela. Grácil o no, las lágrimas de Irene convencieron a pocos y trastocaron a muchas, que andan molestas, dicen, con la instrumentalizadora podemita del feminismo de las épocas más duras, que ha sido, y es, menos interesado y sacas cuartos.