José Luis Loarce

Con Permiso

José Luis Loarce


La foto de Evgeniy

08/03/2022

Entre el enorme aluvión de imágenes y noticias procedentes de ese geografía de la infamia que se llama Ucrania, la foto que publicó el viernes en su página 2 El País apenas si me la puedo quitar de la cabeza. La tienen en internet con solo teclear imágenes de Evgeniy Maloletka, el fotoperiodista ucraniano que la hizo. No la he visto en ningún otro de los periódicos nacionales. En un telediario dieron la escena en vivo, desenfocando al adolescente muerto y el sollozo desgarrado del padre agarrando su cabeza de dieciséis años, la misma con que un poco antes habría rematado a la portería o despejado un balón al área, hasta que un misil de Putin sobre un campito de fútbol de Mariupol, junto a una escuela, acabó con su vida y la de algunos compañeros del partido. 
Ese padre con gafas y anorak oscuro que solloza sobre el pelo rubio del hijo asesinado… No habrá dolor igual.
Suele aparecer más el desconsuelo de las madres en estas escenas, pero esta vez es el padre, no sabemos si estaría viéndole jugar, como hemos hecho otros padres en la infancia y adolescencia futbolera de los hijos, siempre al lado, cómplice de ellos, compartiendo su afición, las incidencias del juego, los mil avatares. Estamos en esa foto. Dura, descarnada, desgarradora, necesaria. La vieja camilla verde con ruedas. Medio colgando una arrugada sábana con manchones de sangre con que habían tapado el cuerpo. Evgeniy, el fotógrafo que lo presenció, relata que el coche que llegó al hospital traía muerto a Iliya y a otro muchacho con las piernas acribilladas que «parecía carne cruda», dijo. Y en ese pasillo del hospital, con suelo de terrazo y pared de baldosas blancas, le encontró el padre.
¿Cómo pueden exorcizar el horror los reporteros de guerra? Imposible dejar de mirar, de testificar para la historia el dolor y la ignominia de una guerra tan lacerante para Europa, para el mundo libre, como esta. E imposible evitar que la columna se tiña de este dolor elegíaco por unos críos que jugaban ajenos, inmortales, invisibles a la metralla y las bombas rusas, y que simbolizan la tragedia de un pueblo que estaba buscando la democracia y ha encontrado lo que nadie esperaba.
Evgeniy Maloletka, fotorreportero independiente, dejó para la agencia Associated Press este testimonio, como él de tantos profesionales que se la juegan por el derecho, el deber, a ser los ojos libres del mundo; esos mismos que Putin está cegando, al punto de que las grandes cadenas y corresponsales —incluida RTVE y la agencia Efe— se han visto obligadas a cerrar temporalmente su presencia en Moscú, donde está prohibido pronunciar la palabra guerra: hasta quince años de cárcel por difundir 'noticias falsas', dice la nueva ley aprobada en la Duma. Sólo escribir, como quiere siempre el poder, al dictado.