José Luis Loarce

Con Permiso

José Luis Loarce


Inocentes

28/12/2021

Andrés Trapiello viene escribiendo en 'El Mundo' unos artículos de antología; este día de Nochebuena, con el título de "Tal día como hoy", rememoraba otro publicado también un 24 de diciembre de 1998, en 'El País', donde recordaba las Nochebuenas familiares en León, cuando su padre citaba siempre la Nochebuena de 1936 en la batalla de Teruel. Tenía entonces su padre veinte años. Aquel recuerdo de Trapiello desencadenó el del escritor Luis Landero, que le llamó para compartir la emoción del mismo recuerdo: también su padre pasó esos días en las nevadas trincheras turolenses, aunque en el otro bando, y también les contaba lo mismo cada Navidad.

Y a mí me ha desatado la misma emoción compartida, aunque mi padre no quiso contar mucho de la guerra. Como si nunca hubiéramos padecido tamaña tragedia. Sí, que con solo diecinueve años fue movilizado y estuvo en el frente de Teruel y en Extremadura (supongo que se refería a la ofensiva republicana sobre Badajoz en enero de 1939, seguramente al mando del general Escobar). Supongo que esa Nochebuena mi padre —en el bando republicano, donde cayó nuestro territorio manchego, como podría haber sido el nacional— también compartió el padecimiento de los doscientos mil hombres que disputaron la conquista absurda de una ciudad sin valor estratégico, primero nacional, luego republicana y finalmente nacional.

El frío, el sufrimiento, la derrota, la escasez, "pasar fatigas" decía… Aquel muchacho moreno de Ciudad Real que se ganaba la vida desde los nueve años qué pensaría de todo aquello. Dónde estaría el 25 de febrero de 1938, cuando cumplía los veinte años y solo tres días antes habían dejado las heladas tierras bajoaragonesas, supervivientes del horror. El primer artículo con que Trapiello quiso homenajear a su padre no pudo leerlo por cuestión de días. Al mío quisiera tenerlo tantos años después para intentar recuperar esos recuerdos borrados —suspendidos voluntariamente en la memoria negada—, como hubiera querido estar en esos primeros días de enero de 2002, plenas Navidades, cuando una trombosis se lo llevó antes que volviéramos de Burgos y le dedicara un elegiaco artículo en este mismo periódico.

Qué inocencia destrozada y traumática la de tantos jóvenes que cuando empezaban a vivir, empezaban a morir sin saber por qué ni por quién. En aquella Navidad del 37, qué pensamientos y temblores de chavales inocentes enviados al frío de la muerte, en trincheras enfrentadas. Aquellos inocentes, en este día de la santa Inocencia, como los inocentes de todas las guerras y persecuciones, de todos los totalitarismos y salvajadas de autócratas, están ahí, tan cerca de nosotros y tan lejos, ay, en el tiempo. [Feliz Año, lectores.]

ARCHIVADO EN: Nochebuena, Guerra, Ciudad Real