José Luis Loarce

Con Permiso

José Luis Loarce


‘Atempora’, un reto

28/03/2023

Que la arqueología es una ciencia viva que busca el conocimiento del pasado humano y que lleva dentro la emoción del hallazgo —como la bella crátera griega hallada, casi intacta, en la necrópolis III de Alarcos—, se pone de manifiesto en la exposición que desde la semana pasada ocupa la segunda planta del Museo de Ciudad Real. 'Atempora. Un legado de 350.000 años' es el epígrafe de la última y renovada mirada a nuestro pasado arqueológico, nunca definitivo; sea porque las campañas de excavación siguen aportando material valioso, porque hay piezas por ahí sin estudiar en su contexto adecuado, porque trabajos de restauración no habían culminado el último detalle de su exhibición pública o porque incautaciones del Seprona han conseguido recuperar piezas, caso, por ejemplo, de la espada de hierro del siglo VII a.C., de Villanueva de la Fuente.
Se agradece un diseño museográfico sobrio y moderno que deja respirar las piezas, solo con los apoyos de textos necesarios, con detalles cuidados como la serie de pequeñas vitrinas iluminadas cenitalmente a modo de joyas (desde el hacha bifacial paleolítica de El Sotillo, que fecha el subtítulo de la muestra, al pico minero de fibrolita de Abenójar, que podría ser una pequeña escultura contemporánea), que se repiten en el paso final, con otras cajitas de cristal empotradas, cuyos códigos QR permiten sus visiones tridimensionales. Entremedias, el recorrido se despliega como un itinerario por la Historia con más de 250 piezas, algunas más sorprendentes e inesperadas: la columna con grafitis incisos de un gladiador, de La Bienvenida; la piedra cristiana con inscripción episcopal procedente de Calzada, o el sepulcro en alabastro del clavero calatravo Fernández de Córdoba de mediados del XVI, del Museo Arqueológico Nacional.
Llaman la atención esa formación de cuatro estelas de piedras como hitos abstractos; cerámicas que salen de lo común, tal que la calada y muy decorada del yacimiento valdepeñero del cerro de las Cabezas; la espectacular recreación de las tumbas islámicas escalonadas de Alarcos; las aportaciones de Calatrava la Vieja, Terrinches o Montiel; el monumento funerario de Alcubillas, que va uniendo fragmentos a la ya conocida cabeza de toro; el mosaico del sepulcro cristiano de Granátula; el tesoro de monedas de oro del XVIII y XIX de la calle de Toledo capitalina, aún en fase de investigación. Y, cómo no, la tinaja almohade vidriada en su parte superior, que se enseñorea merecidamente del cartel de la exposición y uno de los iconos más llamativos del propio museo.
Nació 'Atempora' en la catedral de Sigüenza, con otro capítulo en Talavera, y se plantea al parecer como una marca de recuperación e investigación del patrimonio histórico de la región, similar al proyecto 'Las Edades del Hombre' de Castilla y León, todo un modelo de éxito que ha sabido aunar ciencia y divulgación. Todo un reto.