José Luis Loarce

Con Permiso

José Luis Loarce


Gregorio Prieto, de vuelta

17/01/2023

El suelo tan bien adoquinado de la calle Pintor Mendoza de Valdepeñas es un libro de citas cinceladas sobre granito. Frente a su rehabilitado museo, Gregorio Prieto: «Tranquilo y verde el prado reposa en ancha y larga cama de tierra joven» (fragmento de A un prado de Londres). Y más arriba, textos de otro valdepeñero ilustre, Paco Nieva, que en su conferencia en el primer aniversario del fallecimiento del pintor dijo que cuando le conoció, a mediados de los 40, era «un aristócrata paleto y un ángel demoníaco»… Pero ahora entramos al museo, tan recién enjalbegado de luz, por la calle Unión, a un ancho patio con pozo, a la recepción con tienda, como cualquier pinacoteca que se precie, y su doble sala para las expos temporales, a su código Qr con audioguía que te lleva al universo prietense acompañando el recorrido, incluso con juegos de adivinanzas para los pequeños visitantes.
Más de dos años después, nos hallamos ante un nuevo proyecto museográfico, con un Prieto más estructurado en sus periodos cronológicos, tan distintos y tan distantes, de una producción desbordante en formatos y técnicas, pero sometido aquí a un importante proceso de selección de la gran cantidad de obra que conserva su Fundación, creada en 1968, en ese anhelo de eternidad que fue una constante en el pensamiento del artista, en el que acaso tuvo para ello como guardianes a los arcángeles barrocos que fue coleccionando —y que no se incluyen en esta nueva reordenación, solo dos bellas columnas salomónicas en madera—. Este nuevo y eterno Gregorio Prieto (1897-1992) se ofrece ante el espectador mostrando, más claramente que nunca, los enigmas y contradicciones de su pintura y la multiplicidad de sus preocupaciones. Desde el posimpresionismo al homoerotismo grecolatino de los maniquíes y los marineros en los surrealizantes años 30. De la larga etapa inglesa, donde produce sus mejores dibujos de línea clara, a esa especie de ibérica 'vuelta al orden' y a los paisajes arrebatados de color, la pasión molinera y su facilidad para el retrato social. El mismo creador, con Chicharro, de los vanguardistas montajes fotográficos y que  participa del Postismo en los 40. También el Prieto grabador, ilustrador, el escritor incluso, o ese fabricante último de poparts entre la ironía y el divertimento kitsch.
Su marcada filiación generacional y complicidad plástica con la Generación del 27 —continuo motivo de exposiciones y libros— ha encasillado demasiado su figura, todavía necesitada de una justa ubicación historiográfica. No existe aún una completa biografía (qué placer nos hubieran procurado sus memorias), ni un estudio total o un catálogo razonado de toda su obra. La exposición de la Junta sobre su relación con las vanguardias y la monografía de Corredor-Matheos, editada por la Fundación, muy interesantes ambos, producidos con motivo del centenario de su nacimiento, no han tenido continuación. Proteico y enigmático Prieto.