Manuel López Camarena

El Yelmo de Mambrino

Manuel López Camarena


¿Sedición o alta traición para los golpistas?

03/11/2022

Puede que en un futuro a medio plazo, la humanidad, o los continentes, o los países -esto como sabemos tristemente ya ha ocurrido y ocurre- o los barrios, acaben, acabemos y acabáramos, por memos y tarugos, dándonos  de leches, agrias leches, y ello porque hoy, más que nunca, la Humanidad esté, continuamente, recibiendo el mensaje de que el vecino del otro lado de la pared o el del otro lado del Pacífico, nos quiere mal, o nos roba, como decía el enano ladrón, y, a más a más, nos ha cortado el gas, o envenenado los cereales. Y es que sucede que nuestro mundo de hoy anda cada vez más loco, más embrutecido, más cerca de un cataclismo de proporciones insalvables, y ello por culpa de la peligrosa realidad en la que nos coloca la sibilina y criminal política que, a modo de mortal tela de araña, nos va envolviendo y agriando las relaciones entre unos y otros. Me refiero a la triste, peligrosa y criminal situación en la que los medios de comunicación de fabricación y difusión instantánea, nos colocan cada día. Da igual que lo que se lanza al vacío de las ondas con destino al vacío de millones de seres con mayor o menor capacidad de decisión, lo importante, para los insensatos que juegan, aún sin saberlo o ponderarlo, a este juego -véase la guerra de Ucrania y su fuego de pólvoras y de informaciones y contra informaciones, o las campañas de acoso, derribo y muerte política, que aquí, en España, se fabrican con la rapidez de un avión de papel- para entender que aquí, en el planeta Tierra, acabará pasando algo gordo, como la historia cercana y actual nos demuestra. 
Y de momento, lo más urgente, más graves y más duro que atisbo es la traición, si es que se cumple la premisa definitoria, por parte del Gobierno, de su jefe y del PSOE, en tanto que partido soporte del Gobierno y del jefe de ambos, del  Gobierno y del PSOE. Siento decir esto último porque en el partido de Pablo Iglesias, el Viejo, hay gente extraordinaria con cuya amistad me honro. Pero lo que está pasando ahora con el asunto catalán, por interés personalísimo de Pedro Sánchez, y la caterva de oportunistas que le siguen y respaldan, no tiene nombre. Bueno, más bien malo, sí que lo tiene. Lo que hará el presidente del Gobierno, y los que le rodean en la mesa del Consejo, será alta traición. No sedición, ni leche migá. Vean el diccionario de la RAE y verán que hay diferencia entre los dos delitos. Resulta, a la vista de todo lo que rodea esta historia, inexplicable el desmedido y enfermizo amor de Sánchez por los separatismos y el desprecio por su Partido y sus buenas, aunque acobardadas, gentes, que llega hasta el voto de ayer en el Congreso para lograr que los crímenes de ETA no juzgados aún prescriban, y los asesinos puedan, aún más, beneficiarse de todo lo que ofrece un régimen de cobardes y trincones.