El aficionado leía con fruición los carteles recién salidos de la imprenta: «Se lidiarán 6 toros 6, de la acreditada ganadería de D. Salvador Guardiola Fantoni, de Utrera, divisa verde botella y oro viejo». Eran los colores de una ganadería que llegó a estar en la cima varias décadas. Mil vacas llegaron a tener entre los dos encastes de Pedrajas y Villamartas. En El Toruño, finca ganadera que es un santuario para los amantes del toro bravo y del caballo, mitad campiña mitad marisma, donde antiguamente las manadas de toros se refugiaban de las crecidas del río Guadalquivir, se ha hecho el silencio. La inconfundible portada con su célebre arco con tejadillo a dos aguas, encalado, es historia viva del señorío de la baja Andalucía. La muerte de Jaime Guardiola, representante de la casa, ha teñido de luto al toro y al caballo. 
Desconozco si a la parada de cabestros les habrán quitado los collares en señal de respeto, como se hacía antaño, pero estoy seguro de que alguna collera de caballistas habrá bajado su garrocha de majagua como prueba de deferencia. En los campos utreranos la afición al palo siempre fue santo y seña; espectáculo de destreza, adecuado para el manejo del ganado bravo, en el que los garrochistas rivalizaban por derribar a la vaca. El propio Juan Belmonte gustaba de practicar las faenas de acoso y derribo en El Toruño. 
En El Pinganillo, la otra finca de la casa, es donde se crían los famosos caballos pura raza española (PRE), que no dejan indiferente a nadie. La yeguada Guardiola se remonta en sus orígenes a 1690. En algún documento he visto que se hacía mención a los oficios del conocedor, desbravador y yegüerizo de la casa. Célebres fueron los Centellas, los Educados o los Cartujanos. 
Los toros de Guardiola son astifinos y de mazorca estrecha, con el pelo negro; lo de Villamarta aporta pintas salpicadas y algunos jirones, en general es un toro más montado, fino y estilizado. ¿Quién no recuerda a los famosos Pedrajas, de Doña María Luisa Domínguez y Pérez de Vargas, esposa de Don Salvador? Aquellos lunes de 'resaca' en Sevilla fueron renombrados por el triunfo continuado de sus toros. Los aficionados recordarán el juego de Comando Gris en La Maestranza, a Cartujano, indultado por Manzanares padre en Ronda, a Aldeano lidiado por Paula en Jerez o a Topinero, por Tomás Campuzano. Famoso fue el semental Vasito y Got, el primer toro clonado y criado en El Toruño.
Una institución fue su mayoral Luis Saavedra, que acariciaba a los toros desde el caballo. Fue tal la popularidad de los Guardiola, que en los años 50 se comercializó el vino fino El Toruño, con una estampa de acoso. El citado cartel era obra de Pablo Ramírez, ilustrador de cuentos infantiles, que popularizó la mencionada marca. 
Silencio y tristeza en los predios de la casa Guardiola; el tintineo de esquilas y cencerros enmudecen ante la ausencia. En la dehesa, a lo lejos, garrocha al hombro, un par de caballistas hacen la señal de la cruz ante un oratorio próximo.