Óscar del Hoyo

LA RAYUELA

Óscar del Hoyo

Periodista. Director de Servicios de Prensa Comunes (SPC) y Revista Osaca


Circo

09/04/2023

Aunque ambos sabían el uno del otro no fue hasta la celebración de un torneo benéfico de golf en un resort de California cuando se conocieron en persona. Trump era un empresario de éxito, un personaje archiconocido que entonces también presentaba un programa televisivo que era líder de audiencias, mientras Stormy Daniels vivía su particular sueño americano, estaba considerada como una de las actrices de cine porno más importantes de Estados Unidos, una mujer que había roto todas las barreras, consagrando su carrera como guionista, directora y productora de una industria para adultos que había estado siempre colonizada por hombres. El magnate decidió invitar a cenar a su suite a la mujer y durante la velada sugirió la posibilidad de que ella apareciera en alguna película o serie que financiaba. Aprovechó la tesitura para mostrar un magazine en cuya portada aparecía una fotografía suya, con el objetivo de impresionarla. Stormy, mujer curtida en mil batallas que se vio obligada con tan solo 17 años a trabajar como stripper en un sórdido club, siguió con el juego y le sugirió a Trump la posibilidad de utilizar la revista para darle unos azotes en el trasero. El empresario no dudó ni un segundo, se bajó los pantalones, quedándose en ropa interior, y recibió un par de cachetadas con la publicación. Después, tuvieron relaciones sexuales consentidas   
Los hechos presuntamente acaecidos en 2006 y confesados en un programa de máxima audiencia por Stormy Daniels se produjeron cuando Donald Trump ya llevaba un año casado con Melania. El magnate se convirtió una década después en el candidato republicano a la Casa Blanca y fue entonces cuando abonó, a través de su abogado, 130.000 dólares a la exactriz para evitar que trascendiera su relación extramatrimonial en plena campaña electoral.  Trump niega todos los hechos. Desde el encuentro sexual al pago posterior a Daniels para que no se supiera nada -algo que no es ilegal-, aunque la Fiscalía de Nueva York considera que el delito está en el pago que realizó el expresidente a su abogado, Michael Cohen, con el que supuestamente compró el silencio de la mujer. El concepto del abono habla de honorarios legales, pero lo que se produjo fue una falsificación de registros comerciales, ya que ese dinero negro no se utilizó para saldar cuentas con el letrado, sino que fue un mero intermediario de una transacción económica entre el empresario y la exactriz.
La ley estipula que este hecho es un delito menor que acarrea una sanción. Sin embargo, la Fiscalía defiende que este pago atenta contra la ley electoral al defender que lo que pretendía el republicano era esconder a sus potenciales votantes que tuvo un affaire mientras estaba casado para evitar que cambiasen de opinión cuando tuvieran que acudir a las urnas.
La realidad es que el pasado martes Donald Trump se entregó para ser detenido y trasladado antes el juez Juan Merchan. Allí, pese a que el magnate se declaró no culpable, fue acusado de 34 cargos de falsedad documental que conforman una «trama ilegal», lo que le convirtió en el primer presidente de la Historia de Estados Unidos que es procesado por cometer delitos penales que llevan aparejados penas de prisión. No sólo está sobre la mesa el caso de Stormy Daniels, sino que también aparece el de la modelo Karen McDougal con la que presuntamente Trump también mantuvo encuentros sexuales y compró su silencio. No obstante, la mayoría de los expertos norteamericanos en la materia coinciden en que la vía emprendida no tiene apenas recorrido y que no existe una base legal en la acusación para condenarlo. 
No es la primera vez que el que fuera presidente de EEUU está en el ojo del huracán. En estos momentos está siendo investigado por su presunta incitación al ataque al Capitolio del 6 de enero de 2021 tras perder las elecciones. Aquellas imágenes de una turba enloquecida, asaltando uno de los símbolos democráticos del país, imagen que se repitió tiempo después en Brasil con los defensores de Bolsonaro, quedará para siempre en la retina. También están asuntos turbios como los impeachments, su injerencia -pucherazo- en los comicios de Georgia, el haberse apoderado de documentación reservada o sus estrechos vínculos con Rusia, que podría haber estado detrás de su victoria electoral.
Este histriónico personaje no deja indiferente a nadie. Su legión de seguidores es cada vez mayor y las últimas encuestas le sitúan tras el escándalo de su imputación 20 puntos por delante de su rival en las primarias republicanas de cara a las presidenciales del próximo año. También ha conseguido una ingente cantidad de dinero en escasos días para la financiación de su campaña. El Make America Great Again sigue calando con fuerza en una sociedad fuertemente polarizada, donde los demócratas con Joe Biden al frente no están cumpliendo con las expectativas y donde el populismo continúa ganando terreno cada vez que Trump acusa a la izquierda radical de conspirar contra EEUU. Un espectáculo circense que confirma que la carrera electoral ha comenzado.