Rafa Zaldívar

Rafa Zaldívar


De la nada al todo

27/06/2025

Y del todo, a la nada. Se repite la historia en cualquier orden de la vida. Dice mucho de nuestra idiosincrasia a la hora de actuar: estamos a favor o en contra. Al tratar el tema de la tauromaquia –sensible tema- el público entendido o no, toma partido. Los años de la pandemia dieron la 'estocada' a una afición y a un espectáculo que se consideraba moribundo.  Los diferentes estamentos lo pasaron mal, en especial, los criadores del toro de lidia. Para colmo, nuestro coso se vio envuelto en disputas políticas y en una rehabilitación que duró más de lo deseado. El resultado fue una espléndida realidad. Las cañas se volvieron lanzas y tras la tempestad, vino la calma. 

En la actualidad hemos pasado de la nada al todo: las plazas se llenan y vuelven las colas para conseguir una localidad en las ferias de postín. La expectación que levantan las figuras llega hasta una juventud que rinde admiración y se muestra deslumbrada hacia un espectáculo único. Atrás, quedaban las opiniones de nuestros críticos de siglos pasados que señalaban escasas funciones taurinas. El mismo Ponciano Montero, a la sazón, corresponsal de varios semanarios de mediados del siglo XIX, decía: 'La afición es mucha, aunque muy apática. No se dan muchas corridas en la capital'.

No voy a pormenorizar las diferentes fases desde que se realizaron las primeras funciones de toros, allá por el siglo XVII, que bien señala el profesor Villalobos Racionero, en su publicación de 1988 o los trabajos de Hervás Casado, en su 'Historial Taurino' de la Biblioteca de Autores Manchegos, en 2013. Nuestra plaza se inauguró en 1843 y posteriormente tuvo diversas modificaciones a lo largo de la historia; todo ello, encaminado a aumentar el aforo y añadir las diversas dependencias. La propiedad de la plaza estaba en manos de una Sociedad Anónima y, el gran paso, tuvo lugar en 1953 cuando pasó a manos de la Excma. Diputación, teniendo mucho que ver, nuestro compañero de la crítica taurina, Cecilio López Pastor. A partir de 2009 se traspasó al Ayuntamiento de la capital.

En casi 200 años de existencia, han pasado protagonistas de diferentes estamentos: profesionales, empresarios, alternativas, médicos…atrás quedaron las evoluciones de los Sánchez Mejías, Granero, El Gallo, la presentación de la ganadería de Ayala, 'Cagancho', la anécdota de Ordóñez y Hemingway con el jugador de béisbol…los Dominguines, el célebre toro 'Gaceto' de Víctor y Marín, 'Paquirri', la presentación de 'El Cordobés', los Miuras, Mondeño, 'El Litri', 'Calatraveño', la reaparición de Manolo Vázquez, Paco Alcalde, Villalta, Los Tulios, Julio Robles, el tanque del agua de 1926, al que popularmente llamamos 'Zapatones', 'El Cortijero' pidiendo una oportunidad; Sánchez Puerto y su sobrino Víctor, Aníbal Ruiz, el gran Reina Rincón, el varilarguero Ramón Lorente, el buen peón Modesto Prado; 'Bizcochazo', de Samuel Flores, Víctor Mendes y sus pares de banderillas, la noche de 'El Juli' y así, un sinfín de nombres, muchos de ellos, bajo la hégira de Canorea.
Que, ¿con qué me quedo? Pues mire usted, no hay nada como disfrutar de una mañana de corrida en las labores de sorteo, apartado y enchiqueramiento de las reses con todas las cuadrillas en la plaza. Y si tiene usted un mozalbete a su cargo, no lo piense, acuda a ver el apartado y si es posible, el enchiqueramiento. Primera recomendación: quédese como una estatua y no diga ni pío. Pase desapercibido. Pero abra los ojos a lo que ocurra en la meseta de toriles y en los corrales. Tome nota y explíquele al chaval cada detalle. Los portones se van abriendo; los bovinos entran como malvas o se resisten, para lo cual habrá que echarles un 'manguerazo' y enfriarlos… El ir y venir de los cabestros hacen sonar las esquilas para apaciguar. La garrocha preparada en manos del vaquero y así, el desfile sincronizado de unos y otros. ¡Ah! no hay nada como la mañana de corrida en nuestra plaza recién restaurada.

¡Primerooooo!  ¡Cuartooooo! ¡Quintoooo!
¡Que Dios reparta suerte!