Primero pensé que tendríamos que tipificar el incumplimiento de este tipo de promesas en el Código Penal, para que pudiéramos encerrar una temporada a la sombra a quienes las hicieran gratuitamente, a sabiendas de su imposibilidad o de lo descabellado del empeño. Luego, después de meditarlo (solo durante unos segundos), concluí que lo mejor es dejarlo como está, pues la penalización les obligaría a cumplirlo, lo que podría resultar mucho peor y catastrófico.
A uno le entran ganas de ser el Sheriff de Nottingham para vigilar y defender el bosque de Sherwood en el que se ha convertido España del populismo andante chupi pirulí de la igualdad de salón, cuando la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, anuncia la 'herencia universal' y galáctica proponiendo dar 20.000 euros a los jóvenes que cumplan 18 años para que puedan emprender o formarse, para combatir la desigualdad, con un impacto del 0,8% del PIB, lo que supondría unos 8.000 millones de euros. Obviamente el cheque se obtendría de «la generación de más impuestos a los más ricos, con el fin de reducir la desigualdad entre ingresos y riqueza en España».
Es el retorno del mito de Robin Hood, el misticismo del ladrón noble que roba a los ricos en beneficio de los pobres, el ladrón bueno como Pancho Villa, Jesse James, Jules Bonnot, Curro Jiménez o Pernales. El retorno al campesinado de la Edad Media o al anarquismo expropiador; en realidad un claro desafío del orden económico, social y político de nuestro entorno constitucional propio de un Estado de Derecho que, junto al infantilismo, es lo subyace en la verdadera ideología de Yolanda, hoy compatible con lo folclórico de su personaje yupi de pija comprometida, y conjugable con la vida de ensueño que lleva y su estatus económico y social.
Por eso vengo a reivindicar hoy al Sheriff de Nottingham, para la tarea de capturar forajidos justicieros que quieren operar al margen de la ley, para garantizar la seguridad del libre comercio y de la propiedad privada, y para evitar el asalto furtivo a las instituciones democráticas. No olvidemos que, en el concepto de ladrón noble que encontramos en Robin Hood, la ley puede quedar totalmente relegada. De este modo, el bandido, víctima de la injusticia de ser pobre, puede traspasar todos los márgenes de la ley, de tal manera que sus tropelías están plenamente justificadas y solo las perpetra en defensa propia, levantando las armas contra la injusticia social. ¡Exprópiese!
No se crean el buenismo de la leyenda y aparten de sus mentes cualquier querencia a identificarse y a dejarse llevar por el romanticismo del personaje de Robin Hood. Estén alertas y sean como el Sheriff de Nottingham, que en nuestro caso no es un villano, es el principal recurso para librarnos de los mayores enemigos del orden constitucional.