Si usted, amigo lector, disculpe que le señale como ejemplo, tiene alguna vez una bronca con otro ciudadano, bien en la calle, en el café, en el mercado, en el teatro o en cualquier lugar público, y su mala o buena ventura, según tenga el día, le lleva a agredir o a ser agredido, lo más seguro es que acabe en una Comisaría para poner una denuncia porque sus fueros de que goza han sido atropellados. Sin embargo, cuando la misma bronca sucede delante de 30.000 o 50.000 espectadores, lo más seguro es que no pase nada. Si el suceso ha acontecido en un partido de fútbol y entre los jugadores de equipos opuestos, el juego se habrá detenido por algunos minutos los contendientes quedarán rodeados por sus compañeros, bien con ánimo de aplacar la reyerta o bien con la intervención del árbitro, y si la cosa es grave y flagrante puede sancionar la infracción con la expulsión de los protagonistas. Otras veces, si puede, el juez árbitro hará la vista gorda para evitarse preocupaciones. El acta que redactará al finalizar el encuentro, una vez vista por comisiones al uso, dictará la sentencia tipificaba en el reglamento de la RFEF. Pero el futbolista o futbolista artífices de la agresión no van jamás a ninguna Comisaría, ni comparecen jamás en juicio por cuestión violenta al saltarse el reglamento que rige este deporte.
En un país como España, donde el fútbol tiene vitola de deporte rey, la Liga española está considerada una de las mejores de Europa. Pero tiene algunos 'peros' que tenemos que comentar. Cuenta con ataduras muy fuertes, con tácticas que se hacen de cara a la portería, capaces de sostener el marcador de partida, sin variación. Hasta dos o tres jugadores están pendientes de la 'estrella' del equipo contrario para disputarle el balón con ardor y vigor, cada vez que coge la pelota, sin miramiento alguno. El fútbol, así, con tantas faltas y tiempos añadidos a lo largo de los 90 minutos reglamentados, ha dilatado su tiempo con tantos miramientos que lleva emparejada la visión de una determinada jugada, tiempo que se hace tedioso y aburrido. Las posiciones de las defensas tan fortificadas parecen baluartes inexpugnables de cara a las medidas de las porterías.
La liga inglesa o alemana tiene rasgos distintos a la nuestra. Tal vez nuestra deportividad está subiendo en nuestras filas de clubes de manera viva y entusiasta. El fuero deportivo que vemos en otros países queremos que se instale en nuestros campos de manera sobresaliente. Todavía hay jugadores que las entradas leves las elevan a parodias constantes, capaces de rodar por la hierba sin tino. Todavía quedan jugadores en nuestras filas capaces de acudir al simulacro de una ligera caída la transforman en un fingimiento para buscar el penalti de forma desaforada y disfrazando la caída de manera estúpida. Cada domingo se ven menos gritos indignos dirigidos a un jugador por el color de su piel. España gana medallas en los mundiales de atletismo de pista cubierta. Y en esas estamos.