Tenemos un presidente del Gobierno que es maestro del humor y no lo habíamos conocido hasta el momento. Ha convocado elecciones generales para el domingo, 23 de julio, cuando media España está de vacaciones y la otra media a punto. Uno, cuando tiene problemas, normalmente va al psicólogo o queda con amigos. Este señor, no; impreca directamente a cuarenta y cinco millones de españoles y les jode la vida por su propio gusto y permanencia. Cómo no vamos a estar felices en este país con el presidente del Gobierno que tenemos… Cómo no vamos a ser justos y benéficos como él y su sombra, y no nos convertimos en votantes adscritos a su modelo de progresía y magnificencia. En realidad, nadie ha entendido el mensaje. Pedro nos da una segunda oportunidad para que votemos bien y no como el domingo. Debe entender que nos hemos despistado o los españoles somos algo traviesillos y le hemos querido gastar una broma. Y, claro, donde las dan las toman. Ahora el bromazo nos lo gasta él de súbito y sin tiempo para hacer las maletas.
Sánchez apura los culillos de los vasos y su fondo mientras se precipita por ellos. Sí, ya sé que cada vez que lo dimos por muerto, resucitó. Pero ahora se trata de otra cosa. Básicamente, de tocar los cojones a un país que se va de vacaciones y quiere perderlo de vista. Estos socialistas, cuando se ven acorralados, se le ocurren ideas de traca, como la de Zapatero de convocar un 20-N. Yo lo hubiera hecho directamente un 18 de julio o por qué no, un 15 de agosto… Y que lo votara la Virgen de la Paloma, la de Gracia o la de Begoña. O Millán Astray. Espejito, espejito… Dime qué día habré de convocar elecciones para que los españoles digan lo alto, guapo y espléndido que soy.
No hemos entendido en este país lo afortunados que somos con un presidente como Sánchez, que se olvida de felicitar a Page la noche electoral porque no sabía a qué teléfono llamar de tantos socialistas que consiguieron mayoría absoluta. Pedro pasará este verano de ser un dandy de playa y bronceador, a un Pepito Piscinas pesado y carca. No se puede dar más la paliza, ser más pesado y plasta que este señor que no está contento si no le dicen lo guapo que es a cada instante. Como los españoles no lo hicieron el domingo por la noche, nos da una segunda ocasión para que lo hagamos bien y de la forma que corresponde. Da igual que medio país tenga contratada la playa y los viajes, que se vaya de vacación o recreo… Nada es más importante que clarificar lo que a todas luces ya está claro… Que este señor es un cansino y se parece a los Plómez de Zipi y Zape. Siempre aparece cuando es más inoportuno. Que lo pregunten en Puertollano.
Así las cosas, no nos queda más remedio que votar el 23 y dejarnos de toalla y bronceadores. Hay quien asegura que votemos por Correos y lo hagamos en Mojácar, Ceuta o Melilla… Yo lo haría directamente en Marrakech, donde convencería a Mohamed para que habilitara un colegio electoral. No sé cómo los españoles no hemos levantado todavía un monumento a Pedro Sánchez en cada rotonda… En realidad, no sabemos si hacerlo a él o a sus socios, Otegi, Junqueras e Iglesias. Creo que Sánchez está cayendo ya por el precipicio porque ni él mismo se da cuenta de la que está dando. Igual que la suegra en el coche de vacaciones, como el niño que se mea nada más salir de casa… Sánchez, te vamos a votar para Míster Benidorm 2023, pero poco más… Pide una fanta o una mirinda y déjanos en paz.