José Rivero

Doble Dirección

José Rivero


Batacazo y vuelo

31/05/2023

Hoy habría tocado comentar, con toda lógica de actualidad, el impacto de las elecciones del pasado 28 de mayo, elecciones municipales y autonómicas parciales, que han alterado el mapa político-electoral hasta hacerlo irreconocible y muy modificado, como pueden ser casos tan singulares, en ese movimiento de desconocimiento y extrañeza, las pérdidas de Puertollano, comunidad de Extremadura, Elche, Valencia o Sevilla. Esos deberían haber sido los puntos reflexivos del comentario del día y del ¿qué ha pasado? Pero por mor de la fuerza ¿centrifuga o centrípeta? –vaya usted a saber– de Pedro Sánchez y su entorno monclovita –con Óscar López al frente, en funciones de gurú máximo, junto a Tezanos en el CIS– nos vemos obligados a hablar de la disolución de las Cortes Generales y el anticipo electoral. Anticipo en un mes tan dado a los encuentro electorales, como es el mes de julio, que prefigura algo más que un encuentro electoral. Anticipa un salto a 1979 –con elecciones generales y municipales disputadas en un palmo de semanas, como ahora; y un PSOE centenario que quiso ganar y no supo o no pudo– y un hundimiento de 2015 –con la aparición de los nuevos partidos, hoy en trance de hundimiento–.

Anticipo electoral en plena canícula, oliendo a pintura reciente los Ayuntamientos y sin haberse formado aún los gobiernos regionales salidos de las urnas del 28 de mayo dan un producto tan atípico como incierto, tan raro como comer turrón en pleno verano. Además de elaborar listas electorales de forma precipitada o condicionada, antes del día 19 de junio, para hacer ver la maldad y la inoportunidad de los consejos que aportan las prisas. Si a ello se agrega la agenda derivada del semestre de la presidencia española de la Unión Europea, ocupada –como estará– con contactos, asambleas, consejos y reuniones bilaterales y multilaterales, llegaremos a una conclusión negativa a todas luces del proceso electoral que se inicia el 6 de julio. Por más que haya comentaristas de la cuerda dispuestos a justificar cualquier movimiento de Sánchez en su huida hacia adelante. Si uno se cae en su marcha y batacazo, hay dos teorías del movimiento siguiente. La del que fija levantarse con rapidez sin haberse mirado las heridas y marcas. Y la del que prefiere recuperarse –aún tumbado y aturdido– con sosiego y calma, antes de recuperar la vertical de la marcha precedente. Si no el supuesto vuelo que sucede a la caída, pudiera ser – no tanto un vuelo rasante y gallináceo– cuanto un vuelo con alza y caída estruendosa.