José Luis Loarce

Con Permiso

José Luis Loarce


Generaciones

19/03/2024

De pronto he descubierto que soy de la Generación del 78. Porque hay que ser de algún sitio. Si no tienes otra filiación que el obligatorio dni. No perteneces a clan ni club. No puedes votar si te parece que el Gobierno del país se entregue al supremacismo separatista con esta amnistía de la indecencia. No acudes a otro reclamo que el de la independencia y la libertad. No admites más clasificaciones que las de la temporada futbolística y acaso el top final del escalafón táurico. Los lees todavía con avidez y hasta escribes (en los periódicos), y ni siquiera acudes al canto de las redes sociales. Pues déjate, al menos, ser del 78.
Porque España siempre ha sido muy propicia a clasificar por generaciones. Fueron las literarias y con ellas, las políticas y, de paso, las sociales, todos. La traumática pérdida de las colonias de ultramar y la crisis nacional propició la del 98, tan fecunda y de tan larga influencia, aunque digan que nadie lee ya a Azorín o que incluso el 98 es la del Modernismo. Argumentos de historiadores y filólogos. La del 27 es incuestionable. La de posguerra, con sus etapas, al hilo de aperturismos políticos. La del 50, que censó sobremanera a los poetas. La de los Novísimos y la vanguardia. La de la posmodernidad… 
Afán clasificatorio para ponerte con una chincheta en la corchera de la historia y la memoria, que no es lo mismo; aunque, como formuló Valle-Inclán, «las cosas no son como son, sino como las recordamos». Y como las vivimos. El voto por correo para el referéndum constitucional en una pequeña estafeta madrileña de Cuatro Caminos, sí, a un paso de la sede socialista, donde al año siguiente, en la noche electoral derrotada ya se adivinaba el histórico octubre del 82, aunque, entre mucha gente, Sotillos y Pilar Miró sentados en el suelo como chavales de Facultad —nosotros entonces— esperaban, entre el humo de los cigarrillos que nimbaba al fondo de la sala, la llegada de Felipe, todavía tan lejos la corrupción y el desencanto. 
¿Son las generaciones un tema biológico-demográfico o sociológico-político? Qué complicación. ¿Pensarán igual los muy numerosos baby boomers de los desarrollistas años sesenta que los nacidos antes del Plan de Estabilización del 59? ¿Son iguales la llamada generación millennials de mis hijos, en la ingenuidad de los primeros videojuegos, que la nombrada con la última letra del abecedario, amamantados solo de digitalización e inmediatez y de abandono político, como si después solo estuviera el vacío más absoluto? ¿Y a los que aterrizan a la vez que la Inteligencia Artificial les sonarán a algo nuestras preocupaciones actuales? Aplíquense los sociólogos a tan titánica tarea. Bastante tiene uno con reclamarse de esta desabrigada generación, en medio de tan desabrida actualidad. (Y feliz día a tantos papis, Pepes y Giuseppes.)