La noche electoral reaccionó como un cobarde. En lugar de acompañar a los suyos en su desolación y asumir responsabilidades, que es lo que hace un buen político, un buen líder, Pedro Sánchez se encerró en La Moncloa a penar su derrota. La almohada, o alguno de sus consejeros le hicieron pensar que dentro de dos meses podía triunfar donde ahora ha fracasado, y aunque en política es difícil hacer pronósticos, el sentido común lleva a pensar que el 23-J no va a ser buena fecha para el bien al presidente de gobierno.
¿En qué centra sus esperanzas? Desde luego cree que tiene más probabilidades de éxito en julio que en diciembre, si no fuera así no habría adelantado las elecciones. Es probable que en sus cálculos utilice varios elementos, el primero de ellos que la debacle de Podemos y de los socios de Yolanda Díaz pueden provocar que la izquierda a su izquierda decida votar PSOE para detener la ola azul sobre la que avanza Núñez Feijóo. O puede ser que crea Sánchez que la necesidad del PP de llegar a acuerdos con Vox dará opción al PSOE de diseñar una campaña demoledora contra un partido que pacta con la derecha más extremista, xenófoba, racista y contraria a cualquier avance social.
Esto último lo puede desmontar el PP sin excesivo problema siempre que el sector más centrado de Vox, que lo hay, deje de lado a los exacerbados que cabalgan al son que marcan personajes que provocan miedo, a los que Abascal ha dado excesiva cancha y que mandan más que el propio presidente. Unos acuerdos PP-Vox inteligentemente negociados y redactados, adecuados a los tiempos actuales puede callar bocas. También puede desmontar el PP los previsibles ataques con una sola imagen, la de Pedro Sánchez junto a Giorgia Meloni, la primera ministra que pertenece al partido ultra "hermanado" con Vox y a la que Sánchez visitó en Italia. Y en Bruselas es tratada como cualquiera de los otros jefes de gobierno europeos. Por no mencionar que son muchos los españoles que pueden sentir rechazo absoluto a Vox y a quienes pactan con Vox, pero por vergüenza torera Sánchez debería guardarse de hacer críticas porque él gobierna en coalición con un partido de ultraizquierda populista como Podemos … y elige como socios a una formación que tiene entre sus miembros a miembros y simpatizantes de una banda terrorista.
El pasado domingo los españoles acudieron a las urnas para pronunciarse respecto al sanchismo, y una mayoría aplastante castigó a sus candidatos expresando así su rechazo rotundo a Pedro Sánchez. El presidente de gobierno ha convocado elecciones porque cree que su conocida capacidad de recuperación puede con todo. Pero no tiene fácil mantenerse en Moncloa: es vulnerable, y muchos de los que han votado el pasado domingo creen que tienen al alcance de la mano el objetivo que les movió el día 28: echar a Sánchez de La Moncloa.