Juan Villegas

Edeumonía

Juan Villegas


Libres

05/05/2023

Confieso y manifiesto la atracción que siento por la expresión paradójica, la que encierra una aparente contradicción, porque creo que en muchas ocasiones es la mejor manera de poder llegar a la hondura de la realidad. Libres, duc in altum, es el título provocadoramente paradójico de una película que se estrenó el pasado 27 de abril solo en cines y que está despertando la admiración de todos aquellos que acuden a verla. Que sepa el posible espectador que se va a encontrar un largometraje que no se ajusta a los cánones de lo comercial, algo que no va a impedir, seguramente, que el tiempo se le haga corto y que vuelva a su casa con algo más de paz y de sosiego interior. ¿No es acaso una paradoja hablar de libertad, desde la clausura conventual, quienes están encerrados entre los muros de un monasterio? ¿No es contradictorio poder sentirse libre al mismo tiempo que se está sometido a una estricta regla, a unas normas que ordenan cada minuto del día? ¿No es desafiante hacernos pensar que se puede llegar a lo más alto sin moverse de los diez metros cuadrados de una celda monacal? ¿Qué podrán saber de una vida libre quienes están recluidos tras las paredes de un convento o tras la muralla interior del silencio? En esta paradoja es en la que se envuelve al espectador a través de un recorrido por doce monasterios españoles y la vida y el testimonio de algunos hombres y mujeres que viven en ellos y que han encontrado en el monasterio y la contemplación una manera de vivir que les colma de libertad, sentido y felicidad. No es la primera película que se realiza sobre este tipo de vida. Ya en 2005 saltó a la gran pantalla una producción alemana que tuvo un gran éxito, El gran silencio, y que mostraba al espectador el día a día en un monasterio de la Orden de los Cartujos, Grande Chartreuse, situada en los Alpes franceses, cerca de la ciudad francesa de Grenoble. Poco después, también se llevó a la gran pantalla, De dioses y hombres, las circunstancias que rodearon los últimos días de la comunidad de los monjes cistercienses del Monasterio Nuestra Señora del Atlas, en Argelia. No creo que las intenciones de quienes hay detrás de estas películas, y de Libres en concreto, sea la de lanzar un reclamo para despertar las vocaciones al monacato y poder volver a llenar los monasterios de novicios y novicias. No creo que pretendan que todos nos hagamos monjes. Detrás de la belleza de las imágenes y de la música que acompaña el relato de unos testimonios de anónimos monjes y monjas hay simple y llanamente sinceridad, verdad. Lejos del artificio y la sofisticación, de la vana retórica, hay el ofrecimiento de una profunda experiencia de libertad. 
Desde hace tiempo hay quienes vienen advirtiendo de la fatiga de materiales de esta sociedad que tras el señero de la libertad oculta tantas ataduras y esclavitudes. La desaparición de la intimidad y la vida interior, propiciada en gran parte por la asumida imposición de necesitar hacer público cada minuto de nuestras vidas e ir dejando constancia de cada paso que damos a través de redes sociales, el haber asumido que lo no publicado no existe, que lo que no hacemos saber nada es, la exposición continua de nuestra vida a los cuatro vientos autoprivándonos de intimidad, nos ha convertido en sujetos desfondados que van dejando tras de sí un reguero deshilachado de instantes y una vida vacía. Por otro lado, a estas alturas, ya a nadie se le oculta que tras las promesas de libertad de la frenética hiperactividad en búsqueda continua de lo extraordinario, lo nuevo, lo último, no había otra cosa que la mano de un desquiciado sistema exhortándonos una y otra vez al consumismo. 
 Desde estos no lugares que parecen ser hoy los monasterios, pocas y humildes voces dicen hoy al mundo, a creyentes y no creyentes desprejuiciados y dispuestos a una búsqueda sincera de un mundo más humano, que la intimidad, la quietud, el silencio, la belleza, el anonimato, la rutina, necesitar pocas cosas y las pocas necesarias necesitarlas poco, que la experiencia espiritual, en definitiva, bien pueden ser buenos materiales para provocar el espacio en el que se disipe esta incertidumbre que parece que lo invade todo y que las respuestas nos encuentren, porque la verdadera libertad es haber encontrado la respuesta definitiva. 

ARCHIVADO EN: Argelia, Exposiciones