Javier López

NUEVO SURCO

Javier López


Las ganas de vivir

10/05/2023

Cuando hace unos días la OMS decretó el final de la emergencia sanitaria mundial provocada por el Covid la noticia pasó prácticamente desapercibida. Estamos ya en otras cuestiones, y con ganas de vivir y olvidar. Ese mismo día Eurocaja Rural celebraba su asamblea anual en el Hotel Beatriz y retomaba su tradicional y multitudinaria cena de hermandad en los salones del emblemático hotel toledano. Mil ochocientas personas, sin ninguna restricción y a pleno pulmón, como antaño. Las cenas de Eurocaja son masivas y cálidas, todo un clásico de la primavera.  La vida vuelve por donde solía tras el parón que comenzamos a dejar atrás no hace demasiados meses. El retorno a la normalidad, como las grandes operaciones de tráfico, ha sido progresivo, escalonado, despacioso pero implacable
Y ahora, cuando la OMS nos dice que el virus sigue pero que la pesadilla ha terminado, nos encontramos en un escenario lleno de incertidumbre, pero  también de vitalidad, lleno de vida. Los nubarrones acechan, los precios están por las nubes, la sequia tiene pinta de darnos un disgusto serio en lo referente a los alimentos, la agricultura se aprieta el cinturón como nunca antes lo había hecho, los autónomos hacen encaje de bolillos para que las cuentas les salgan, los políticos parecen vivir en una realidad paralela cada vez más ajenos a nuestros desvelos y nos entretienen o nos indignan con funciones de vodevil impropias de un país que quiere salir adelante, pero el país, entendido como el conjunto de los que vivimos y laboramos aquí, sigue adelante, no se detiene y se dispone a escribir una página meritoria de coraje y de pundonor, a pesar de todo y de todos. Si además tuviéramos un acompañamiento más adecuado, con un marco político menos polarizado, con menos debates estériles sobre el sexo de los ángeles y más centrados en lo fundamental de la vida, lo nuestro sería de premio y de pódium. Mientras tanto, tenemos  que seguir lamentando aquello que ya dejo dicho El Cid: "Dios que buen vasallo si tuviese buen señor"
Atrás queda la pandemia que ha marcado un antes y un después en nuestras vidas. A los gobiernos, con todo, no se les puede negar haber afrontado el periodo más complicado desde los años de la Transición. La sanidad publica española dejó ver toda la grandeza de sus profesionales y también esas deficiencias que seguimos ocultando con el mantra de que tenemos la mejor sanidad del mundo. La emergencia fue sanitaria y se llevó la vida de millones de personas en todo el planeta, nos puso ante nuestra radical vulnerabilidad, y lo que le ha seguido han sido unas ganas de vivir que no consiguen frenar las carestías y las incertidumbres. La vida ha retornado a donde solía como si no hubiera pasado mucho, pero sí, la hecatombe ha sido de grandes dimensiones y ahora es el momento de poner las velas para aprovechar los vientos que puedan ser favorables porque ya se sabe que todo lo que no mata, fortalece, y ese es el caso que nos ocupa.
Las ganas de vivir es lo más certero de todo lo que estamos viviendo a día de hoy, lo demás, para el español medio, está inmerso en la más absoluta incertidumbre. Depende de lo que escuches, del periódico que leas, o de los influencer a los que sigas estamos al borde de un colapso total o estamos iniciando una recuperación ejemplar que nos llevará de cabeza a unos años de esplendor y prosperidad sin igual. Si nos quitamos las anteojeras de nuestras respectivas ideologías, con sus relatos correspondientes, solamente nos podemos enganchar a unas cuantas certidumbres palpables. Sabemos que la inflación ha sido brutal, que el paro sigue siendo muy alto aunque va a la baja, que los fijos discontinuos son la nueva modalidad contractual del temporal de toda la vida en nuestro país de camareros, que lo de la falta de horizontes de nuestros jóvenes es un drama de grandes dimensiones, que los autónomos y los agricultores van al límite, que la burocracia digital es tomentosa e indignante, que nuestra administración es un teléfono que nunca contesta, pero también sabemos que no nos hemos hundido como predicaban los más apocalípticos, que se ha hecho un esfuerzo por proteger a los más desfavorecidos, con muchas deficiencias y a veces con más marketing que realidad,  y que hay mimbres para remontar, el más importante el empuje y las ganas de un país que se crece en las dificultades por encima de sus propios gobernantes.