Antonia Cortés

Desde mi ventana

Antonia Cortés


Uno vuelve siempre…

20/04/2023

Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida. La inconfundible voz de Chavela Vargas se acomoda sin pedir permiso. La hermosa música se fusiona con la letra y la belleza de esa fusión crea cierta tristeza. No sólo al escuchar sino al adentrarse en las entrañas de esas palabras que hablan de las simples cosas, de las ausencias de las cosas queridas.
En los bares siempre hay ruido, risas y conversaciones ajenas que sin querer juegan a ver quién llega al pódium y en qué lugar. Se sube el volumen según va pasando el tiempo, según aumentan las consumiciones y los sentidos empiezan en cierto modo a deteriorarse, a liberarse. Todos hablan a la vez, ya no importa lo que dicen unos y otros. Da igual que sean los monólogos los que protagonicen la obra ficticia en ese intercambio de carcajadas, miradas y complicidades. ¡Qué placentera la sensación de estar pasándolo bien! ¡Qué misteriosa es también la soledad en el bullicio de la noche! Una luz en la oscuridad.
Y ahí sigue la voz de Chavela Vargas como si nada pasara. Y ahí también el misterio de poder evadirse del entorno y concentrarse. Y se canta bajito para no interrumpir ese canto que lleva a recuerdos imborrables. Chavela con su colorido poncho, su canoso y corto pelo, ese tequila en sus rugosas manos…, tragos que le hacían creer que eran portadores de la fuerza necesaria en esos momentos en que la vida golpea. Golpes que van y vienen al compás de esa canción que apela a las cosas simples, como el amor, tan complicado en tantas y tantas ocasiones. Tan maravilloso.
¿Realmente uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida? La pregunta planea mientras la gente se divierte en sus mesas, mientras llega el fin de una canción que advierte lo que se va a encontrar en ese retorno: cómo están de ausentes las cosas queridas. Y sí, es cierto. Puede ser que el regreso a ese ayer remueva demasiado los corazones heridos, los momentos que ya no volverán, el dolor por las personas queridas que se fueron para siempre. Hay tantas formas de irse… Entonces, ¿hay que dejar atrás esos viejos sitios donde se amó la vida? No pares, Chavela, sigue cantando, sigue.
Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida. Y entonces comprende cómo están de ausentes las cosas queridas. Volver para terminar de sanar, para cerrar las heridas que causan la pérdida, el paso del tiempo, el adiós, el desconsuelo, los finales.  Hay que volver a esos hermosos lugares en los que uno fue feliz, en los que amó la vida intensamente para, si es necesario de la mano de la nostalgia, reconciliarse y pensar no en lo que tuvo y sintió, sino en la suerte de haberlo tenido, disfrutado y poder contarlo. Volver, siempre.