Jesús Fuentes

ÁNGULOS INVERTIDOS

Jesús Fuentes


Puertas a la esperanza

24/06/2025

Anda la derecha obcecada en una guerra obscena contra Sánchez. Desde el primer momento no dudaron en implicar  a su familia  con procedimientos más que dudosos. Pero eso no importa porque forma parte de su estrategia  feroz que ahora, confían, puede dar resultados. Aunque no nos engañemos el acoso es contra el PSOE. El único partido capaz de demostrar las inconsistencias ideológicas y políticas de la derecha española.
Anda el PSOE dolorido y atemorizado. Nadie esperaba que gente tan cercana a  Sánchez, que hacía gala de un gobierno limpio, hayan organizado  una trama innoble y miserable. La traición es absoluta. Es un momento de máxima preocupación, de máxima inquietud, de una especie de frustración cósmica.
Andan los socios del gobierno tratando de obtener las mayores ventajas posibles  por la debilidad del socio mayoritario del gobierno. Es una constante en los gobiernos de coalición. Cuando el mayoritario flaquea, los minoritarios consideran que ellos pueden engordar. Y además les sirve para dirimir sus peleas internas de liderazgos. Todos  quieren situarse para las siguientes elecciones.
Anda la sociedad desorientada, refirmándose en la idea destructiva de que todos los políticos son iguales. Y lo cierto es que, por las experiencias conocidas, la repetición de fenómenos de corrupción parece dar la razón a quienes se abonan a los discursos nihilistas. Pero no es verdad, aunque los partidos sean los más expuestos  a arribistas, trepadores, y golfos en general.
 Ante estos escenarios se necesitan  liderazgos constructivos e inclusivos, no divisivos. Sobran los discursos negativos, quienes cuestionan el proyecto, quienes creen que pueden salvarse solos. Deberían abandonar antes de embarrar más. Fuera los agoreros, abajo los profetas del apocalipsis, los profesionales de las suspicacias. En algunas sociedades colgaban de la picota a los propaladores de desastres.
El PSOE es un barco que en su largo recorrido histórico ha surcado tormentas salvajes, rupturas y desgarros, persecuciones varias, fracasos sonados, exilios dolorosos, muertos por la causa. En los momentos procelosos es cuando los militantes, simpatizantes y ciudadanos necesitan saber que el barco no se hundirá. Los barcos pueden salvarse por el esfuerzo y el trabajo, no de la tripulación de elite, sino por el esfuerzo suyo. Y quienes no estén en el proyecto deben saltar, dejar que los demás eviten la zozobra que la derecha anuncia. Abundan los augures de las catástrofes posibles. No sabemos lo que puede salir. Se desconoce hasta donde se puede llegar. No hay salidas dignas. No son conscientes de que si se hunden unos, se hunden todos. Una vez más parece estar a punto de frustrarse un proyecto de transformación, de modernización, de progreso. Y sin embargo millones de españoles dependen, sin ellos saberlo, para un futuro mejor de un gobierno de progreso. 
La derecha golpea los escaños del Congreso con fiereza en una expresión metafórica  de derribar las puertas de una España progresista. La historia de España está llena de proyectos de cambio que la derecha ha yugulado. Son los nuevos barbaros que quieren arrasar un modelo de sociedad basada en la solidaridad, la convivencia, el bienestar de la mayoría, el valor igualatorio de lo público. Ellos, por el contrario, defienden lo privado, el valor de las motosierras. Si  consiguen entrar  nos instalarán en los modelos locos que defienden las ultraderechas en boga. Tengo delante  declaraciones recientes de Esperanza Aguirre. «Yo no creo en el Estado de bienestar para nada. Creo que los ciudadanos deben elegir por si mismos la educación que quieren para sus hijos. El Estado no tiene por qué ocuparse de la sanidad de todos». Es el discurso  del liberalismo libertario. En medio de la desolación es necesario abrir puertas y ventanas a la esperanza.