«Me encanta cuando se inicia un espectáculo partiendo de cero»

D. A. F.
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Pepa Díaz-Meco reúne en su Escuela de Teatro de la Autenticidad de Malagón a personas de diferentes ciudades de España y Portugal

«Me encanta cuando se inicia un espectáculo partiendo de cero»

Actriz con más de 40 años de experiencia, Pepa Díaz Meco ha regresado en los últimos años a Malagón, donde ha puesto en pie la Escuela de Teatro de la Autenticidad, mientras tanto se ha convertido en una habitual de los escenarios de la provincia con su monólogo Subida en la montaña.

¿Qué significa ese concepto de teatro de la autenticidad?

Tiene que ver con mi larga trayectoria. Yo me formé en teatro gestual en diferentes países. He estudiado con los mejores maestros del teatro gestual a nivel internacional. De toda mi experiencia a nivel interpretativo y después a nivel de dirección de escena y de formación, he empezado a crear una metodología propia. He ido aglutinando un modo de trabajo y una manera de entender el teatro que tiene que ver mucho con la búsqueda de la autenticidad personal. La tendencia era que el actor tenía que camuflarse, convertirse en otro. A mí me interesa más que el alma del actor esté presente, que ese convertirse en otro, venga a través del juego. Tampoco me interesa el teatro psicológico, me interesa mucho más el teatro que tiene que ver con el divertimento. 

Entiendo que busca que la experiencia personal del actor forme parte de su trabajo.

La mayoría de los espectáculos que hago son de creación. Me baso mucho en la historia personal. Me encanta cuando se inicia un espectáculo de creación partiendo de cero. Eso es poner a la persona en el aquí ahora y que de ahí vaya surgiendo lo que sea. Claro, yo le voy dando impulsos y el actor va creando su propio texto, luego lo reescribo a través de una metodología propia.

En su espectáculo actúa sola, ¿no le falta, a veces, compartir escenario con otra persona?

Yo he estado compartiendo escena durante muchos años con muchas personas. Cuando decidí montar este monólogo fue en un momento de mi vida en el que me apetecía trabajar sola. Lo que pasa es que este monólogo se ha dilatado mucho porque lo estrené en el 2000. A veces lo saco porque creo que es un poco el espectáculo de mi vida y lo puedo seguir haciendo hasta que sea viejecita. Me da mucho placer hacerlo. Pero los espectáculos que dirijo no son solo unipersonales. Lo último que estaba haciendo fue un montaje de la Universidad Popular que se acerca mucho al tipo de metodología que yo sigo. Me encanta trabajar con todo tipo de grupos y de personas, también con gente que no son profesionales, aunque también lo hago con profesionales.

¿Qué le llevó a abrir una escuela de teatro en Malagón?

He viajado muchísimo por muchos lugares. Viví en Egipto, en Inglaterra, en Portugal, me he movido mucho en Italia. Llevaba ya mucho tiempo buscando un lugar donde ubicarme. Al final, ya no quería continuar ni viajando tanto, ni con tanto movimiento, me apetecía que la gente viniera a mí. Dio la casualidad de que mi madre estaba en Malagón. Y en Malagón estaba la casa de mi familia, donde yo había nacido, cerrada desde hacía mucho tiempo, y empecé a pensar: «¿Y por qué no Malagón?». La gente en realidad se puede desplazar y puede venir lo mismo que yo he ido, a tomar mis clases. Reconstruí la casa y dejé una planta diáfana con sitio para que la gente se alojara para poder hacer residencias, cocina y demás. En estos años ha venido bastante gente, de Cádiz, de Sevilla, de Albacete, de Toledo, de Ciudad Real, de Madrid, de Portugal; también hemos hecho residencias con gente de Portugal, pero la gente de Malagón no se ha acercado demasiado. También para mí volver a Malagón era retomar mis raíces y de algún modo, devolver a mi pueblo toda mi experiencia.

¿Sus alumnos tienen algún rasgo común?

En general, sí hay un rasgo común, que tiene que ver con el acercamiento al hecho artístico. Es gente que tiene mucha curiosidad, muchas ganas de investigar y muchas ganas de conocerse, más que del lucimiento personal. Yo creo que hay como un compromiso con la vida y con los semejantes y con los demás, porque el teatro de la autenticidad tiene mucho también de autoconocimiento y de comprensión del otro.