La edad de graduación entre los alumnos de las universidades españolas se ha incrementado en los últimos cursos y los nuevos licenciados de entre 31 y 40 años suponen un 12 por ciento del total, casi el doble que hace una década, según los datos del informe anual de universidades del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte recogidos por el IMF Business School en su último estudio.
Además, los mayores de 40 representan ya más del seis por ciento de todos los licenciados, lo que supone un incremento de cerca del 50 por ciento de estudiantes de estas edades este año, un 129 por ciento en los últimos cinco y que la cifra se haya multiplicado por más de cuatro a lo largo de la década.
«Amas de casa, trabajadores e inmigrantes que superan la treintena llenan las aulas en la temporada 2013/2014», según afirma el director de IMF Business School, Carlos Martínez, quien explicó que existen «factores coyunturales como el paro, los despidos y la alta competitividad profesional que provocan que un número creciente de españoles opten por empezar a formarse en plena madurez».
«Hemos comprobado cómo aumentan cada vez más las solicitudes por parte de personas mayores de 40 años. El alumno del siglo XXI ya no es únicamente el de un joven de 20 a 25; en la actualidad proliferan otros perfiles y minorías educativas como extranjeros, inmigrantes residentes en España o padres de familia con hijos a su cargo en busca de un futuro mejor», apostilló.
En este sentido, Martínez añadió que se está produciendo «un proceso de democratización de los entornos formativos» y, por lo tanto, «ser un jubilado o una madre de familia ya no son desventajas para estudiar un master o una carrera, ya que Internet compatibiliza el tiempo con las obligaciones familiares o profesionales de cada alumno concreto».
En contraposición a lo reseñado, solo el 26 por ciento de los españoles cree que una buena formación ayuda a encontrar puestos de trabajo, según reveló un estudio de Nielsen realizado entre más de 29.000 personas de 58 países sobre la importancia de la educación.
El informe revela que los territorios con un menor grado de confianza en la economía y en su evolución futura son los que menos esperanza depositan en los beneficios de la formación para una vida mejor. Es el caso de España, donde el 35 por ciento de los encuestados no comparte la opinión de que una buena educación allane el camino para conseguir empleo.
Asimismo, solo el 21 por ciento de los españoles considera que tener estudios va unido a un poder adquisitivo mayor, en línea con el resultado para Europa, donde una cuarta parte de los ciudadanos piensa que la formación es sinónimo de mayor salario.
Entre los Veintiocho, llaman la atención el caso de países como Francia y Portugal, el primero por su escepticismo y, el segundo, por su defensa a ultranza de la educación.
En este sentido, este análisis pone de manifiesto el descontento general de todos los ciudadanos de España con los programas de becas que ofrece la Administración.
BARRERAS ECONÓMICAS. Tan solo el 11 por ciento de las opiniones recogidas en el informe de Nielsen entienden como suficientes las ayudas del Estado español al estudio, frente a un 52 por ciento que las califica de escasas. En cambio, los preguntados sí valoran la influencia de las empresas privadas en la educación. Así, según este estudio, las barreras económicas son el principal problema para acceder a una buena formación.
De hecho, la mitad de los ciudadanos preguntados aseguran no poder costear la educación de sus hijos. En el caso de los españoles, la cifra se reduce al 17 por ciento, un punto por encima de la media europea. Esto explica, según el documento, que el conocimiento de los alumnos nacionales de educación secundaria se sitúe por debajo del promedio mundial en áreas específicas como las matemáticas o la ingeniería, ocupando el último lugar en ambos campos.