Con piedra del convento y de Picón

Rafael Cantero
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Las funciones de toros se celebraron en la plaza Mayor hasta 1844. Ese año fue inaugurada la primera plaza de toros de Ciudad Real. Fue promovida un par de años antes, en 1842, por el ganadero Gaspar Muñoz, que cedió los terrenos de una huerta

Con piedra del convento y de Picón

Las corridas de toros están entre los espectáculos públicos más tradicionales de España. En un principio, los juegos con toros se celebraban en el campo, teniendo a la nobleza como principal protagonista. Desde finales del siglo XV, estos juegos comenzaron a desplazarse a las zonas urbanas, convirtiéndose las plazas mayores en el principal escenario para la realización de estos festejos taurinos. El pueblo comenzó a adquirir mayor protagonismo, especialmente en los denominados encierros, suelta de toros y capeas con vaquillas. No sólo se celebraban fiestas de toros en la Corte y en las principales localidades, sino que prácticamente cualquier pueblo, por pequeño que fuese, celebraba sus festividades mediante los juegos con los toros, que no se limitaban al toreo a caballo propio de la nobleza, sino que presentaban una gran variedad de formas.

Las plazas mayores unían a su posición central el hecho de ser un amplio espacio apto para las celebraciones y para albergar al público que solía presenciarlas. En Ciudad Real se estuvieron celebrando festejos taurinos en su plaza Mayor desde el siglo XVI al XVIII. De hecho, los edificios que conformaban la plaza cambiaban su fisonomía externa con la aparición de terrazas y balcones profusamente adornados para presenciar las funciones de toros. Cuando tenía lugar la celebración del festejo, la plaza se cerraba con tablas, andamios y carros que cumplían una doble función: impedían el acceso del público a la plaza y protegía de las acometidas de los animales. Las funciones de toros eran presididas por el corregidor y había un protocolo que establecía el lugar que debían ocupar las autoridades en los balcones, ocasionándose algún que otro altercado.

Desde el siglo XVI, con carácter ordinario, se celebran en Ciudad Real festejos taurinos con motivo de las fiestas de la patrona, Nuestra Señora del Prado, que coincidían con el día de la Asunción, el 15 de agosto. Los festejos taurinos se anunciaban al amanecer con lanzamiento de pólvora. A media mañana tenía lugar el encierro de los toros que discurría desde el corral en la calle del Carmen, posteriormente se encerrarían en el callejón de la Merced, hasta los toriles situados junto a la plaza Mayor. El acceso de los toros a la plaza se realizaba a través de un pequeño callejón que existió donde actualmente se encuentra el pasaje Alcor.

Con piedra del convento y de PicónCon piedra del convento y de Picón - Foto: Rueda VillaverdeLas funciones de toros se celebraron en la plaza Mayor hasta 1844. Ese año fue inaugurada la primera plaza de toros de Ciudad Real. Fue promovida un par de años antes, en 1842, por el ganadero Gaspar Muñoz, que cedió los terrenos de una huerta de su propiedad para la construcción del coso. El proyecto lo realizó el arquitecto ciudadrealeño Manuel Gómez y fue construida por el maestro de obra Basilio Roiloa, natural de Almagro. Para la construcción se utilizó piedra procedente del demolido convento de los dominicos, en el Compás de Santo Domingo, y piedra extraída de la cantera peña del Pizón, en Picón. 

La plaza de toros, que fue construida a base de piedra, mampostería, tapial y madera, ha sido objeto de diversas reformas que la fueron dotando de palcos, tendidos, red eléctrica y nuevas dependencias. El ruedo tiene un diámetro de 52,70 metros, siendo uno de los mayores de España.

Actualmente, la plaza está inmersa en unas profundas obras de reforma y adecuación que finalizarán próximamente y que dotaran al recinto de una nueva imagen y mejorará sensiblemente la accesibilidad y edificaciones anexas.