Jesús Heredia es un conocido hostelero de Ciudad Real, integrante de la Hermandad de la Virgen del Prado, de cuya devoción hace gala a lo largo de esta conversación con La Tribuna, y, hasta ahora, un amigo frecuente de los pandorgos. Este lunes pasará a ser definitivamente un miembro más, el número 44, de esta Hermandad, cuando sea proclamado pandorgo 2023 en la plaza Mayor, en el acto esencial de la fiesta de la Pandorga. Heredia es persona de buen humor, afable al trato, que se ríe con las bromas incluidas las suyas y también con buena memoria para recordar los rostros y las circunstancias.
¿Cómo se siente en la función de pandorgo?
Estoy superorgulloso. Es lo más grande que hay. Yo soy ciudadrealeño y quiero ser pandorgo, que es realmente el alma de la fiesta y de nuestras tradiciones. Para alguien que es ciudadrealeño de toda la vida es lo más y yo por mi trabajo, toda mi vida la he pasado aquí, de modo que estoy muy agradecido de que me hayan elegido a mí.
¿Cuál es el recuerdo de la Pandorga que le viene a la cabeza en estos momentos?
Cuando era jovencito me acuerdo de ir a ver la proclamación del pandorgo y desde abajo preguntarme: «¿Qué sentirá este hombre mientras está hablando y todo el mundo pendiente de él porque es el pandorgo de Ciudad Real?». Pues mira, yo lo voy a sentir el 31 de julio, lo voy a saber, me voy a responder a mí mismo (se ríe).
Usted trabaja en la hostelería, lo que significa en las celebraciones es cuando tiene más actividad, ¿cómo va a ser su participación en las fiestas?
Habrá que meter más gente ahora que falto yo. Lo primero es lo primero. Toda mi ilusión es ser pandorgo y mira, me han elegido y ahora tengo que estar a la altura de ellos. Voy a hacer lo que me manden, tengo que estar listo para los actos y para todo. Según vayan pasando los meses estaré dispuesto a aportar. Me gustaría mucho conseguir un mayor papel de la juventud, que se enganchen un poco más a nuestras tradiciones. Pero poquito a poquito iré viendo qué es lo que puedo aportar a esta gente.
¿Cómo es su vínculo con la Virgen del Prado?
Son doce años, 365 días, abriendo esa puerta -señala hacia el portalón que da acceso a la terraza del Bar el 15 desde la calle Camarín- y lo primero que se ve es a nuestra patrona, nuestra Virgen del Prado en el Camarín. El tiempo que llevo aquí disfruto con la Virgen del Prado, que es lo más grande que tenemos en Ciudad Real. De modo que es toda una ilusión ser el pandorgo de la Virgen.
¿Cuál es, para usted, el momento más especial de los que vienen por delante entre la Pandorga y la Feria?
Para mí, el día de la Pandorga, cuando realmente sea pandorgo, cuando se realice la investidura, me pongan la medalla. No sé qué voy a sentir ahí, porque yo soy muy sensible y lo mismo se me saltan las lágrimas. Y también los días que sale la Virgen en la procesión, el 15 y el 22 de agosto, que para mí son los días más grandes que hay en Ciudad Real.
¿Añadiría algún aspecto a las fiestas de Ciudad Real?
Trataría de implicar más a los jóvenes, porque se trata de que nuestras tradiciones no se pierdan. Ahora mismo no sé qué otra cosa puedo aportar, no sé qué puedo hacer o que puedo decir. Realmente son los pandorgos los que me tienen que ayudar para que con el paso de los meses pueda hacer mis aportaciones para que la fiesta de la Pandorga sea más grande.
¿Cómo ha reaccionado a esta elección la gente que trabaja con usted y sus clientes?
La gente está encantada con que sea pandorgo. Muchos me lo han comentado alguna vez, porque me reúno muchas veces con la Hermandad y ellos vienen mucho por aquí. Me decían: «Tú tienes que ser pandorgo». Y mira, al final... Hay gente que me conoce desde hace muchos años, que me llaman para felicitarme. Mis compañeros de trabajo son los que lo van a sufrir porque van a trabajar más, pero están encantados, igual.
¿Tardó mucho en aceptar la propuesta?
No, lo que pasa es que no lo asumí. Estoy acostumbrado a estar comiendo con los pandorgos, a veces me llaman, tengo buena relación con ellos, hablamos de muchas cosas; pero ese día, cuando me llamó Agustín Cantero y me dijo que había sido seleccionado para ser el pandorgo, no reaccioné. Estaba aquí, saqué unas botellas de champán y estaba esperando a que vinieran los pandorgos y cuando me asomo a la puerta veo que viene la prensa, que viene la televisión y es cuando pensé: «¡Dios mío! ¿Qué he hecho yo?». En ese momento no lo asimilaba.