"Desde que empecé, tuve la sensación de que iba a la contra"

Efe
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El pintor Antonio López no es muy asiduo a ARCO, pero este jueves se ha dejado caer por la feria para presentar un libro sobre sus famosos paisajes.

El pintor Antonio López no es muy asiduo a ARCO, pero este jueves se ha dejado caer por la feria para presentar un libro sobre sus famosos paisajes. En tiempos de prisa, él sigue con su ritmo pausado: "Desde que empecé, tuve la sensación de que iba a la contra".

"Paisajes" (Artika) es un libro de edición limitada, firmado por el propio autor, que incluye un estuche y una lámina de una de sus cuadros y que cuesta 6.000 euros. En él se incluyen paisajes de su tío, Antonio López Torres; de su mujer, la pintora María Moreno, y sus propias obras, también las inacabadas.

"Desde que empecé, tuve la sensación de que iba a la contra" - Foto: EFE

López (Tomelloso, Ciudad Real, 1936) se ha dado una vuelta por la feria, incluso se ha parado a ver el Picasso amortajado de Eugenio Merino, y asegura que le ha gustado. El artista, uno de los autores fundamentales del siglo XX español y uno de los más cotizados, habla con EFE sobre su libro, los temas fundamentales de su trayectoria y su proceso creativo.

"Desde que empecé, tuve la sensación de que iba a la contra" - Foto: EFE¿Cómo ha sido el proceso de creación de este nuevo libro?

Estoy encantado. La gran diferencia con otros libros míos, como los catálogos, es que aquí están desde las primeros trabajos de mi tío, los míos y los de Mari -su mujer, María Moreno (Madrid, 1933-2020)-. Es más de un siglo de trabajo. Eso me parece muy interesante.

"Desde que empecé, tuve la sensación de que iba a la contra" - Foto: EFESus paisajes son quizás sus trabajos más famosos ¿Qué le llamo la atención del paisaje para que se convirtiera en uno de sus temas preferidos?

Desde muy joven, desde los 17 años, ya tenía, sin saberlo, unos temas. Uno de ellos es el mundo interior, donde vivo, y otro el mundo exterior: la ciudad y la casa. Esos temas aparecen muy pronto, en el año 53. Hay gente que no tiene temas y anda un poco como sin patria. Cuando tienes una tarea y unos lugares como punto de partida, ya puedes ponerte a pintar, ya tienes tarea.

 

¿Dónde es más complejo pintar, en el exterior o en el estudio?

Más cómodo es dentro de tu casa: tienes un absoluto control del tema; si no quieres que se mueva una silla, no se mueve. Hace dos veranos he estado pintando en la Puerta del Sol: el verano pasado, como estaba en obras, no pude. ¿Me voy a poder colocar en el mismo sitio donde estaba con lo que han hecho? A lo mejor no puedo, no lo sé. Es una forma de pintar donde pueden ocurrir muchas cosas, pero es parte de la aventura. Debes hacer lo que sientas y no debes pensar en las dificultades.

¿Hay algún paisajista que le haya influenciado más?

Hay tantos, desde Altamira, hasta los pintores jóvenes que exponen ahora. Yo soy un espectador apasionado, algunos ponen pegas a todo. En nuestra época se han hecho cosas que nunca se habían hecho: eso es lo maravilloso de la pintura. Los desnudos de Lucian Freud no se han hecho nunca; una pintura como la que hace mi tío no se ha hecho nunca, con esa limpieza, con esa pureza, con esa sabiduría..., esa falta de pretensiones, no se ha hecho jamás, y es de nuestra época. Se podía hacer una lista enorme.

¿Hay algún paisaje al que le tenga más cariño que a otro?

Hay partes de mi vida, por cuestiones personales, a las que vuelvo cuando me quiero dormir y quiero pensar en cosas amables. Una de esas etapas es desde el 53 al 60, un tiempo en el que me construyo como pintor. Aunque ahora haga cosas mejores, entonces descubro las cosas. Esa etapa es inigualable.

¿Qué pasó entonces?

Me hice como pintor, me construí como pintor. Yo entonces no lo sabía, esas cosas no las sabes hasta que pasa un tiempo, pero al cabo de los años, los temas que trabajé, son los temas en los que he trabajado hasta ahora. Eso es algo que me impresiona. Siempre he tenido un interés enorme por el mundo real, es algo que está muy en el arte español. El español tiene mucha sensibilidad para entrar ahí.

Ese interés por el mundo real que marcó a su generación, ¿cree que es compartido por los artistas contemporáneos?

Desde que empecé, tuve la sensación de que iba a la contra. Cuando dibujaba en la Escuela de Bellas Artes, siempre me decían, "Es que cuando llegues a pintar del natural, no vas a poder hacerlo de una manera tan rigurosa". Siempre había una pega que poner. La pega de que, si trabajas muy cerca del mundo real, te acercas mucho a la fotografía, la he oído desde el comienzo. Imagino que eso le pasaría a mi tío y a todos los pintores figurativos que han aparecido desde el comienzo de la fotografía. Yo es que no lo veo como una amenaza.

Y si no es una amenaza, ¿qué es?

La pintura es la pintura, tiene una forma de hacerse y un contenido ni mejor ni peor que la fotografía, sino distinto. Y el que no lo sepa ver, qué le vas a hacer: no te puedes pasar la vida defendiéndote ni atacando, tienes que hacer tu vida. Siempre ha habido dificultades. Y siempre ha habido un arte a favor y otro en contra.

Las ciudades que pinta han cambiado mucho desde que usted empezó: los cielos, por ejemplo, son más oscuros por la contaminación.

Sí, la ciudad es más amenazante, la sociedad es más amenazante, la vida es más amenazante. A pesar de que la ciencia nos ayude y las enfermedades se curen, el mundo es muy amenazante. Aunque no haya contaminación, es la contaminación espiritual que tiene nuestra época. Aunque vivas en una aldea que no llega el periódico, todo eso llega. El hombre vive una vida, en cierto modo, más precaria que antes.

¿Ha pensado en irse de la ciudad?

La familia la tengo en Madrid, voy a Tomelloso cuando puedo. Es un vínculo muy fuerte para mí. Todos los cuadros que tengo comenzados, casi todos son de Madrid.

¿Cuántos cuadros tiene inacabados, unos 70?

Más, no los he contado de manera escrupulosa (ríe), porque cada semana puede aparecer un nuevo cuadro. Empezar no me cuesta. Tampoco acabar, que eso no sé lo que es: lo que me cuesta es seguir hasta que lo considero suficiente.

Cuando no era tan famoso, igual no le sucedía, pero ahora, cuando pinta, mucha gente se para a mirarle, le rodea. ¿Es algo que le molesta?

La gente tiene curiosidad. No solamente no me molesta, sino que creo que a veces busco estar entre la gente, porque el trabajo nuestro es muy solitario. En otra época el pintor tenía un taller y había otras personas, pero desde los impresionistas el pintor esta solo. El trabajo se hace en la más absoluta soledad. En un momento determinado eso te angustia: a mí me gusta la gente y el mundo. Y me gusta salir a pintar: lo he hecho siempre.

Hace años que no cuenta con una exposición en Madrid. ¿Para cuándo?

Hace poco hubo una exposición de los figurativos, donde estaba también Mari, eso ha sido hace nada. No hay que ser pesado (se ríe). El que tenga mucho interés en ver mis pinturas se hace un viaje a Valencia o a Cataluña, o donde esté la exposición, y si no, tampoco pasa nada. Este libro está para suplir todo esto; este libro fantástico, es como veinte exposiciones, porque no se acaba, lo vas a tener siempre.

No es muy asiduo a ferias como ARCO, donde estamos hoy. Antes era un lugar fundamental de encuentro entre artistas.

En Madrid se vive todo el tumulto del mundo del arte. Estar en Madrid es como estar en una forma de ARCO. Puedes desear relacionarte con esa avalancha de cosas o no. Creo que hay un exceso de entrada del mundo exterior en el privado. No hace falta estar tan atento al mundo exterior, porque el mundo interior se puede debilitar. Yo no lo hago para que el mundo interior se fortalezca, sino porque hay una saturación, y hay que escuchar lo que sientes