El escritor y columnista Manuel Juliá llevó ayer su visión más personal de La Mancha en el prestigioso Casino de Madrid, en una conferencia que ofreció con el título La Mancha, paisaje íntimo, y en la que destacó la belleza, la variedad o la maravilla de espacios y de paisajes con las que cuenta la mancha cervantina que se refleja ya en El Quijote.

En esa radiografía literaria y romántica de su entorno más cercano, Juliá destacó «la belleza de las viñas y los olivos», pero también los atardeceres que ofrece la provincia y que considera «uno de los mejores del mundo».

En este viaje a través de las palabras que realizó en el corazón de Madrid para reflejar el corazón de La Mancha, el ciudadrealeño se centró en tres espacios. El primero de ellos, las Lagunas de Ruidera, «una sorpresa de verdor», frente al paisaje «áspero» de otras tierras. En segundo lugar, señaló Las Tablas de Daimiel, afectadas ahora no obstante por la sequedad y la extracción de agua, pero que se muestran como un espacio privilegiado como «antesala de Doñana». En tercer lugar, apuntó a la zona del Valle de Alcudia, cuya silueta no obstante considera que se está viendo «pérdida». Juliá, que baraja la idea de dar forma a esta conferencia en forma de libro y hacerla extensible a todo la provincia, abordó también «la realidad del silencio» que permite La Mancha.