El profeta de la política

D. M.
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Nemesio de Lara abandona hoy la presidencia de la Diputación, a la que llegó el 31 de julio de 1999 con el municipalismo por bandera • De Lara visualiza su futuro más próximo en la cooperación y en la escritura

Nemesio de Lara (La Solana, 1953) sueña con la inmensidad y el azul intenso y eterno del Sáhara, con sus noches bajo cero y el calor matutino del desierto pero, sobre todo, con sus gentes. Con aquellas que durante años ha mantenido un vínculo más allá de lo institucional. El ya expresidente de la Diputación de Ciudad Real sufre el destierro de El Aaiún como si fuera su patria. Nunca ha estimado en subirse a la montaña de las injusticias para defender a este pueblo desheredado y desterrado por Marruecos y proclamar su independencia ante la pasividad de la comunidad internacional, incluida España. A partir de hoy, su mente y su corazón están más cerca tras su adiós a la política. El profeta se retira al desierto.

De Lara, solanero hasta las entrañas, -como muchas veces se ha definido- volvió el pasado 28 de mayo camino a su pueblo desde la capital con el móvil apagado. No admitió llamadas. La Ejecutiva provincial del PSOE decidió ese día por unanimidad arropar y cerrar filas con José Manuel Caballero, el relevo natural y generacional de los socialistas de Ciudad Real. De Lara ha presidido la institución provincial desde 1999 con el municipalismo por bandera y la política local, en general, como el instrumento para llevar la justicia social a sus cuotas más altas. En estos años, ha sido el dique de contención socialista en la región contra la marea azul del PP que se apoderó de todos los gobiernos en mayo de 2011 como castigo al 'efecto Zapatero'. Ciudad Real, y su Diputación, fueron de los pocos oasis donde el PSOE de Castilla-La Mancha podía refundar su discurso y reconquistar el palacio de Fuensalida. El reducto socialista se convirtió en la piedra en el zapato del Gobierno de Cospedal por ser la antítesis de cómo gestionar los recursos por permanencia del modelo del Estado de Bienestar en plena crisis financiera.

Con las arcas de la institución saneadas, De Lara emprendió una cruzada desde los presupuestos contra la exclusión social, el paro y la escasez de liquidez de los ayuntamientos a través de los conocidos planes de emergencia y de empleo para rescatar del «hambre» a miles de ciudadanos de la provincia y dar trabajo temporal para atajar la friolera tasa de desempleo del casi 34% que Ciudad Real aún hoy sigue sufriendo. Desde la soledad institucional y en contra de la corriente de austeridad, De Lara siguió «urdiendo capacidades» y «desvelándose por los que más nos necesitan» para hacer «política», según uno de sus compañeros de Corporación de La Solana, «con los ciudadanos en el centro del corazón». Pese a sus diferentes ocupaciones, el expresidente no ha faltado a la cita municipal desde que en 1979 asumiera el acta de concejal: «Cree en el municipalismo, en la política de lo pequeño que es lo de lo grande», remata uno de sus discípulos que lo define como el profeta de la política en mayúsculas.

De Lara ha envuelto siempre sus discursos con loas poéticas sobre la realidad del día a día de las instituciones o corporaciones que ha dirigido en su afán de vivir la política de una manera distinta. De hecho, se considera, de alguna manera, un precursor de la filosofía y de la ideología de la que beben las mareas de unidad popular que recientemente han condicionado la vida municipal en cientos de ayuntamientos de España tras el 24-M. Antes de los comicios era frecuente escucharle en entrevistas que los de Podemos le consideraban uno de los suyos. «Pero a la postre en política no es lo que dices, sino lo que haces», les replicaba. Por eso, en estas circunstancias de segunda transición, albergaba el anhelo de darles una lección de política a los partidos emergentes con un nuevo mandato para rematar su profecía.

También ha sido profeta en su tierra con el «sueño» de la Feria Nacional del Vino (Fenavin). Con Manuel Juliá como escudero, Nemesio de Lara ha conseguido emprender la difícil empresa de aunar los intereses de un sector heterogéneo y complejo que cada dos años se convierte en una de las citas comerciales del vino más importantes del mundo y que sirve a las cooperativas de la provincia de trampolín al mercado internacional para las exportaciones. Es tal el éxito que nadie se la quiere perder.

Su «desbordante emoción» y «pura sensibilidad» por las causas de los más desfavorecidos le han creado esa aura que pocos políticos pueden presumir. La permanente apuesta por dedicar el 0,7 por ciento del presupuesto a la cooperación internacional y su defensa por ciertos colectivos, como los discapacitados que cada año la escenografía en el encuentro de Laborvalía, han reforzado esa imagen quijotesca de salir a los caminos para «proteger, ayudar y favorecer a los menesterosos y desvalidos» con el único propósito de aplicar la justicia social. El pueblo saharaui es sin duda su predilección. Desde que acogiera a Lala en su casa, como muchas familias manchegas lo hacen cada verano con niños saharauis, De Lara quedó «hipnotizado por la humanidad y la solidaridad» de los campamentos argelinos. Los que le acompañan en sus viajes al continente africano dicen que Nemesio tendría sitio sin problemas para dormir en el Sáhara y quizá se le podría dedicar una calle «si las hubiera». De Lara visualiza su futuro más próximo en la cooperación y en la escritura. No sería descabellado ver a partir de ahora al que ha sido presidente de la Diputación durante más de 15 años en ese desierto sobre el que ha levantado su legado.