Antonio García-Cervigón

Buenos Días

Antonio García-Cervigón


Pasaron los Reyes Magos

10/01/2023

Desde los pueblecitos más recónditos del mundo hasta las ciudades más ampulosas del planeta, una estrella fulgurante ha cruzado el firmamento llevando en volandas a los Reyes Magos que portan en sus alforjas cargamento sobrado para contentar a los niños que todavía no perdieron la inocencia. La noche es un abrazo de sueños e ilusiones. Ya llegaron los reyes, y en los pliegues de sus capas regias acarician un caudal inmenso de fantasía. Desbordante. Cuentan por delante con una noche muy ajetreada. La faena es mucha y el tiempo escaso.
Millones y millones de cartas llegaron ya a los dominios de los heraldos reales que ahora las clasifican, ordenan y anotan las peticiones. Cada año la historia se repite. La víspera de Epifanía los niños se van a la cama con la ilusión intacta de recibir el juguete que pidieron en las misivas enviadas. La noche es un misterio que transforma cualquier hogar del mundo en el palacio de los sueños. Ya sé que estos párrafos están escritos desde la ensoñación utópica, pero no hay más remedio. Los ojos de los niños y su alegría obran el milagro.
La tradición se origina en Jerusalén bajo el reinado de Herodes el Grande, después se encargaron de establecer la Epifanía en la Nueva España, y para hacerla más llamativa e interesante para los nativos, adoptaron la costumbre de hacer regalos a los niños, simbolizando de esta manera los dones que los magos habían ofrecido al Niño Jesús: oro, incienso y mirra. Los acontecimientos y las emociones santificadas por la candidez de los pequeños de la casa. En esta noche de Magos, a buen seguro, las cosas despreciables que existen en el mundo se hacen invisibles.
Por ello, amigo lector, saboreemos la dicha de esa noche y guarde siempre para sí la capacidad de asombro que expresan los niños al paso del cortejo real.
Pasados ya los Reyes Magos, los viejos Santos: San Antón y San Sebastián se avistan en el horizonte del santoral cristiano. Los días se alargan en busca de la primavera. Con la memoria distraída pensamos en unas horas cargadas de infamia. Dejamos correr el tiempo hasta que la vista alcanza. El hombre persigue al hombre con cruel saña. No avistamos más que dolor, aflicción, amargura, angustia y pesar, el dolor es el malestar peor que sienten los humanos. La invasión de Ucrania es lo peor que nos ha sucedido a la humanidad después de las pandemias. La cruel guerra que sufrimos los europeos ha llegado revestida de días navideños llenos de vida y esperanza. Hasta se nos ha ido el papa emérito Benedicto XVI, con una talla intelectual al servicio de Dios sin parangón, para el que piden Santo Súbito en pancarta exhibida en su funeral. Y en esas estamos.