El legado de un genio que unió tradición y vanguardia

A. Criado
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El Ayuntamiento de Manzanares reabre el museo dedicado al afamado diseñador Manuel Piña, un espacio que nos sumerge en sus raíces manchegas y recoge una brillante trayectoria profesional que no deja a nadie indiferente

El legado de un genio que unió tradición y vanguardia - Foto: Rueda Villaverde

Me gustaría tener un espacio, un sitio en mi pueblo, para dejar mis trajes, millones de fotos... Yo me conformo con una bodega antigua, no quiero nada más». Estas palabras de Manuel Piña son el germen del museo que lleva su nombre y que sirve como homenaje de su ciudad natal, Manzanares, a su obra y figura. El Museo Manuel Piña se ubica en una cueva-bodega de una antigua casa solariega, en el casco histórico manzanareño, un espacio evocador, recientemente rehabilitado, que nos sumerge de lleno en las raíces del célebre y recordado diseñador (1944-1994) y en una trayectoria profesional que no dejó a nadie indiferente.

Manuel Piña, uno de los impulsores de la Pasarela Cibeles, tiene un hueco reservado en los altares de la moda española, un sector que se empeñó en potenciar y expandir más allá de nuestras fronteras. Hoy, casi tres décadas después de su fallecimiento, su nombre y sus diseños vuelven a brillar con luz propia gracias a la exhibición del vestido que Cristina Pedroche lució en la noche de fin de año para dar las campanadas. Una estrategia promocional que no tiene precio y que urdieron, con la máxima discreción, el alcalde de la ciudad, Julián Nieva, el estilista local Josie y la conocida presentadora.

El modelo de tafetán calado y acabado con remaches metálicos que convirtió a Cristina Pedroche en una luciérnaga durante la gala de Nochevieja es una de las grandes novedades del museo en su reapertura al público. Se trata de una pieza de la colección primavera-verano de 1991 de Manuel Piña. Le acompañan, en la última de las cuatro salas que conforman este espacio museístico, la capa alada de Buj Studio y el casco y los zapatos de Manuel Albarrán (cedidos para la ocasión) con los que la presentadora sorprendió a la audiencia de Antena 3 el pasado 31 de diciembre. «Creo que a Manuel Piña le hubiera encantado Cristina Pedroche, porque le gustaban las mujeres fuertes, poderosas, con carácter, que transmitían y sabían defender sus prendas, independientemente de la talla y de la silueta», afirma Gloria Patón, coordinadora de los museos de Manzanares. Una opinión que también comparte Lola Piña, una de las más fieles colaboradoras del malogrado diseñador, clave a la hora de esbozar el discurso expositivo del museo.

El legado de un genio que unió tradición y vanguardia
El legado de un genio que unió tradición y vanguardia - Foto: Rueda VillaverdeEl diseño que lució Pedroche es una de las 50 piezas que acoge actualmente el museo manzanareño, que cuenta con un fondo de más de 4.000, entre trajes, bocetos, calzado, complementos, cartas, documentos y fotografías. La mayoría fueron donadas por la familia del diseñador. La primera sala, bautizada como 'Esenciales', alberga tres piezas que reflejan a la perfección la filosofía de Piña en el mundo de la moda, sus conceptos básicos: sus raíces manchegas, la unión de tradición y vanguardia y la moda España.

De los campos manchegos recordaba el marrón de la tierra, el verde de las viñas y el dorado del trigo en verano. Pero sus colores fetiches fueron el blanco de la cal de las fachadas de las casas típicas manchegas, y el negro del luto eterno de las mujeres. En su afán por «vestir la propia tierra», su imagen ha quedado unida al pañuelo negro anudado por detrás de la cabeza, como los agricultores de su tierra, a la capa española y la puesta de relieve de las técnicas y tejidos más tradicionales.

En sus diseños está muy presente la unión de la fuerza de la tradición y la artesanía de las blondas de encaje o el macramé, con un estilo de vanguardia sorprendente. Tradición y vanguardia se unen en prendas tan especiales y tan arraigadas en esta tierra, como la reinterpretación de la falda del traje regional de manchega con la que el museo recibe a sus visitantes. Y a escasos centímetros se encuentra otro de sus diseños más conocidos, un vestido de punto de seda, con los colores de la bandera de España, con el que abrió un desfile en Mitsukoshi (Japón) en 1988. No en vano, Manuel Piña ha sido un referente de la moda y el diseño Made in Spain, uno de los iniciadores de la Pasarela Cibeles e impulsor del prêt-à-porter español y de la internacionalización de la moda patria.

El legado de un genio que unió tradición y vanguardia
El legado de un genio que unió tradición y vanguardia - Foto: Rueda VillaverdeEl museo realiza un recorrido cronológico por la trayectoria profesional de Manuel Piña, centrándose en las décadas de los 80 y 90 del pasado siglo (salas 2 y 3), el periodo de creación más importante del diseñador. Sus primeras creaciones muestran a la llamada 'mujer bloque', una mujer fuerte y poderosa que se incorporaba al mundo laboral. Más adelante jugaría con el cuerpo de la mujer y sus diseños se vuelven más seductores, con siluetas más estilizadas, sinuosas y con marcadas curvas. En sus propias palabras, «era la obsesión de despertar pasiones dormidas a través de los diseños».

La cuarta y última sala lleva por título 'Arte y experimentación' y además del diseño que lució Pedroche, muestra piezas de su última colección para Cibeles, primavera-verano 1991. Manuel Piña dio aquí rienda suelta a su imaginación y a la búsqueda de nuevos materiales con los que trabajar: mallas de plástico metalizado y tubos de plástico con hilos de seda polícromos en su interior, con los que experimentar volúmenes imposibles y crear esculturas textiles. Es el final de un recorrido pleno de emociones.